La fotografía de Ramón Williams no se aviene a esta dualidad, más bien la descoloca. En él se cumple lo que Benjamin describía de este modo: “La naturaleza que habla a la cámara es distinta de la que habla a los ojos; distinta sobre todo porque un espacio elaborado inconscientemente aparece en lugar de un espacio que el hombre ha elaborado con consciencia. Es así de simple”. Tanto en la ruina o en el no-espacio puede encontrar una imagen con poder autónomo, “cargada de significantes no intencionados por parte del animal que es la ciudad pero del todo reveladores cuando resultan observados en el contexto asignado a la experiencia del arte, en el interior de ese mismo animal” Para seguir leyendo…
Responder