La misma tarde que en el Prado se hacía una marcha por el orgullo gay, coordinada de manera alternativa por activistas y miembros de la comunidad LGTBI+ y abortada por la fuerza, otro grupo de sujetos se reunían alrededor de un pedestal donde solo quedaban un par de zapatones. La performance se titulaba El cuerpo de esos zapatos. Una patrulla subía y bajaba por la calle G con una frecuencia similar a la del Geely que recorría Boyeros equipado con una cámara durante la procesión poética organizada por OMNI-Zona Franca. El ojo impúdico escrutaba, desconfiaba de esa otra acción, y la vigilaba también desde dentro. Para seguir leyendo…
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