Carlos Lechuga: Descarga con Rafael Ramírez

Autores | Cine | 7 de abril de 2020
©R. Ramírez / DDC

Rafael Ramírez es de esas personas que te hacen tener fe. En el ambiente bastante aburrido que es el cine cubano, Rafael es un oasis. Es una señal de que hay cosas que van a seguir bien aunque haya mucho mal. No somos amigos, no somos cercanos, no tenemos nada que ver; pero realmente extrañaba no encontrar más entrevistas o textos sobre su obra. Por eso me decidí. Debo confesar que mi idea era mandarle una serie de preguntas provocadoras, pincharlo, molestarlo, sacarlo de su zona de comfort; pero no lo hice. No me puse para eso, porque la curiosidad me ganó.

Rafael es de los pocos que quedan que aún me causa curiosidad.

En estos tiempos es un privilegio eso, por eso gracias y gracias por tu tiempo.

Hablemos de tu libro UMBRALISMO: UNA ANTOLOGIA. ¿Cuándo empezaste a escribirlo, cuánto tiempo te llevó, dónde fue publicado, dónde se puede leer?

¿Cómo llego a ti el deseo, o la idea? ¿Crees que es una obra que te define?

Umbralismo es más bien un dispositivo. No creo que sea literatura, tiene momentos o fragmentos de literatura, contiene dos guiones para novelas gráficas, poemas decadentes, una sucesión de biografías de perdedores, la obra íntegra de ocho escritores imaginarios. Ahora en el sitio web (www.mundussub.org) se puede leer debidamente el proyecto en toda su magnitud. Lo que se publicó fue menos de una quinta parte. El libro ganó el premio Celestino de cuento, en el 2013, creo. Tuvo dos ediciones. Luego traté de publicar mi novela Fractal Man, y fue inútil. Estuve escribiendo del 2005 al 2008. Pero tuve que fragmentarlo para poderlo mandar a algún concurso, y al primero que mandé, gané. Y como extensiones naturales del libro surgieron Filmar Pedro Páramo y Tractatus. Y luego The Royal Bakunin Orchestra. En el 2009 escribí Fractal Man y luego solo hice las traducciones de Emily Dickinson y John Robinson Jeffers. The Royal Bakunin ocupo todo mi tiempo y energías de 2009 hasta el 2013. Umbralismo es todo ese bloque. Es una especie de núcleo que necesitaba para expandirme y respirar. La época en que comencé a escribirlo en el ISA era muy difícil para mí. Nunca me interesó La Habana. De hecho, muy pocas veces salía de la beca. La primera vez que fui a la plaza de la Catedral fue en quinto año. Me gustaba ir a las ruinas de la Facultad de Circo. Me iba solo, y trataba de hacer equilibrio en algunos muros que nunca se terminaron, etc. Pero iba solo. Por otro lado, tenía un grupo de amigos (Pao Fraga, Charly Vahrens, Nelson Martin, Nelson Mulet, Daniel Martin, Janis Reyes y Celyen Mazorra) y de diversas formas ellos fueron mi escuela y están traducidos en el libro.

Creo que vives ahora en Grecia. Me imagino que no sea fácil filmar allá (como en cualquier lado) ¿Estás escribiendo algo ahora?

Tres proyectos. Los dos primeros son como la cara A y la B de un álbum bien raro.

Cara A: Un documental sobre José Kozer (como si a Kozer lo pintase Holbein, digamos). Lo íbamos a filmar en junio, pero lo hemos pospuesto por la pandemia.

Cara B: Estoy escribiendo un filme con Abel Arcos sobre el universo de José Kozer, llamado La naturaleza de Elohim, que desarrollo junto a la productora Ana María Pulido. Y ese filme termina con una expedición al Tíbet en busca de la ciudad de Shamballah, y sucede en un terrible espacio llamado El Gran Sanatorio del Oriente y las Antillas, una especie de asilo mental kafkiano.

Y el tercer proyecto: recién he terminado junto con Athina Taka, una cineasta griega, el guion de un largometraje diabólico llamado Schadelbandiger, que en alemán significa Domacráneos. Es una especie de visión o alucinación de Daniel Paul Schreber, el loco que puso en crisis los sacrosantos sistemas de Jung & Freud. Pues Schreber, en nuestro filme, es un frenólogo que visita Creta durante la sublevación contra el Imperio Otomano en 1866, para medir los cráneos de los griegos tratando de encontrar el cráneo perfecto, el del Dios Pan. Y bien, pues Arthur Machen + Lovecraft + Schreber. Eso.

La pregunta es: Where is the Money, folks?

Grecia tiene también una especie de ICAIC, un Centro Cinematográfico y es tan difícil de filmar allí como en Cuba. Pero la ventaja de Cuba es que pertenece a una región donde se han creado fondos de desarrollo internacionales, y Grecia no ha creado algo así ni con Europa ni con los Balcanes. Pero eso me gusta. Está todo por hacer en muchos sentidos y, como en Cuba, hay gente generosa y con ganas de filmar.

¿Cómo es tu día a día allá? ¿Te es más fácil encontrar ciertas películas y libros? Me imagino que sí.

Mi día a día es un poco como la vida de Los músicos de Bremen, el animado ruso. Y sí, encuentro lo que me interesa, a veces demasiado. Hay un centro estudiantil en Atenas llamado POFPA, donde ponen cine buenísimo, casi que parece la extraordinaria programación que hace Jorge Yglesias en la sala Glauber Rocha, en la EICTV. Encontré una librería en Exargia que vende ediciones muy baratas de casi toda la literatura anglosajona que me interesa, a 1.50 o 2 euros. Y tiene mucha y buena poesía en ediciones bilingües. Pero en internet me agencio la mayoría de los materiales que necesito. Y acabo de encontrar por accidente una tienda de comics que será mi ruina.

¿Qué recuerdas de tu Holguín? ¿En qué momento vas a La Habana?

Holguín, ciertas zonas de la ciudad, y San Andrés, la zona rural de las afueras, a una hora en auto de distancia. Ese es mi territorio. Y lo que repite modularmente ese territorio es lo que puedo filmar y entender. En Grecia, sería Creta y partes de la región de Ilia. Holguín casi me aniquila, ya lo dijo Reinaldo Arenas, sucesión de panteones castigados por el sol. Quisiera haber encontrado un término medio entre vivir en Holguín y no aniquilarme, pero fue imposible. Una cosa llevaba a la otra: allí los aparatchick destruyeron mi orquesta. Pero realmente nunca he sentido que encajo en ningún lugar salvo en la casa de mis tíos en San Andrés y en el comedor de mi casa natal, en Holguín, una casa que perdimos para siempre, pero que pude filmar en Las campañas de invierno. Y mis amigos de allá: Ernesto Galván, José Sánchez, Ramón Legón, Danilo Guerrero, Marcos Carralero, el Vaquero, Enmanuel Lahens.

¿De tus días de estudiante en la EICTV que es lo que más te sirvió?

Los amigos que gané, algunos para toda la vida. Y poder FILMAR lo que tenía que filmar. Fuera de la escuela esos filmes habrían sido imposibles.

¿Ves cine comercial? ¿La guerra de las galaxias, Star Trek? Ese tipo de series y películas.

¿No te parece que la mayoría está bien malo? ¿Incluso como entretenimiento? Yo he seguido, como mucha gente, casi todo el Universo Marvel y DC. Mira lo que hicieron con The Avengers. La novela gráfica de Mark Millar, The Ultimates, era brutal. Políticamente corrosiva. Una máquina gráfica y narrativa casi perfecta. Bien, y llegan los filmes y de ahí lo mejor fue Civil Wars, Winter Soldier en la serie del Captain America y el primer Guardians of the Galaxy. Yo traté de volver a ver los cuatro filmes de The Avengers, y ya el primero no lo soporté. No quise continuar. Hay momentos buenos, por ejemplo el plano secuencia del inicio de Age of Ultron. Hace poco volví a ver la trilogía de Nolan sobre Batman y aún resiste un poco. Luego vi Joker: algo que se puede llamar facebookfilm. Creo que el último filme poderoso de ese cine industrial fue Interstellar. Y Watchmen me sigue pareciendo un filme que un día lo lanzara Criterion. Un clásico. Pero aun así, compara cualquiera de esos filmes con No Country for Oldmen o There Will Be Blood, y te das cuenta de la decadencia de ese cine hoy. La esperanza es quizá Robert Eggers.

¿Crees que eres duro con el resto de los cineastas cubanos? No me vas a decir que no disfrutaste con Los pájaros tirándole a la escopeta.

Es que no me conecté nunca con eso. Lo mío eran cosas como Shiralad: viendo Shiralad cuando llegaba de la sesión de clases en la tarde, en la primaria, y encendíamos el Krim 218 de un vecino. O la desolación de Toqui, y la comedia silente que narraba Calderón los domingos. Hermanos, y el épico tema de Noel Nicola para esa aventura. La psicodelia de Arcoíris Musical. Los escenarios de teatro noh de Había una Vez. Los bellísimos doblajes cubanos de El último unicornio, Voltus V y Yaltus. Realmente no tengo nada afectivo hacia el cine cubano mayor, digamos. Lo afectivo y las memorias me llegan de la televisión de esos años, que si era mejor que el cine comercial de hoy del cual me hablas arriba. Y entre Los pájaros tirándole a la escopeta y El flautista contra los ninjas, por supuesto que me quedaba con el filme norcoreano. Lo volví a ver hace poco y mantiene todo su encanto pseudo-shambara.

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