La violencia e impunidad de la chusma era tal que nos vimos obligados a entrar a la casa. Inmediatamente nos rodearon por todas partes; por suerte las ventanas estaban cubiertas por barrotes que impedían la entrada. Por entre los barrotes comenzaron a golpear las ventanas de madera, tratando de romperlas. Mientras lanzaban huevos, piedras y todo tipo de basura no paraban de gritar improperios acompañados del consabido coro de las concentraciones: “Fidel, Fidel, Fidel, Fidel”. Basilio Rodríguez, quien vivía con su familia en el apartamento de los bajos del edificio, se atrevió a romper los cristales de las ventanas entre los barrotes que daban al comedor. Nunca habíamos visto algo así. Para seguir leyendo…
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