La dictadura de La Habana escapó del siglo XX, época en la que debió haber muerto, y ha caído en un tiempo que ni siquiera encuentra salida para sí mismo. Es como si nadie le hubiera avisado de que falleció y siguiera haciéndose pasar por viva. Quienes creen que un derrocamiento, una invasión militar o una revuelta popular van a poner fin a este capítulo de cruel estupidez, tampoco se han enterado de la farsa. No puede matarse lo que ya no está. Cuba va a deslizarse tranquilamente hacia el caos global, y va a bastarle con un brinco, como el que salta una zanja. El capitalismo no parece haber estado antes tan cerca de la uniformidad totalitaria sin violentar su apariencia democrática, y el comunismo de la isla, después de haber sido semilla y pulpa, ya solo es cáscara. Para seguir leyendo…
Responder