Todavía es impensable que en Cuba el publico tenga voz, que alguien se pare en un cine y le haga una pregunta a un director o directora. Ese simple gesto habla mucho del país y de sus cineastas. El coloquio ha sido eliminado. Entonces las películas no tienen un eco inmediato, se proyectan y pocas veces se devuelve algo desde el otro lado de la sala. En cuanto a las reuniones entre cineastas, han quedado limitadas exclusivamente a tiempos de censura. Parece que hay un botón rojo que alguien presiona cuando censuran una nueva película y todo el mundo debe salir corriendo a ver qué pasó… pero en otras circunstancias estos encuentros son impensables. Para seguir leyendo…
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