El conflicto va más allá de la cantante cristiana; pero ella es parte del problema también, como persona adulta y pública, cuya voz encuentra resonancia en los medios, en sus seguidores, en las iglesias que la amparan. Su derecho a expresarse libremente no debe ser cuestionado, pero debe soportar las consecuencias de sus posturas. A fin de cuentas, no van a ser tan graves como las que sufrimos quienes integramos esas comunidades discriminadas que ella y su ideología desprecia. Quienes no hemos alcanzado nuestros plenos derechos, y quienes han logrado algunos (como el derecho al aborto), tenemos que reaccionar a todos los niveles. Para seguir leyendo…
Responder