Elvia Rosa Castro: Juan-Sí González: el ojo asustado

Artes visuales | 14 de julio de 2020

Juan-si González siempre ha sido un artista que marca tendencia. Buen mozo que fue, fácilmente hubiera podido hacer de su vida artística un ejercicio tautológico de sí mismo: deleitar nuestra retina, ofrecer masajes visuales, refugiarse en el tropo… Sin embargo él escogió llevar todas las herramientas simbólicas del mundo del arte y los dispositivos legales al plano del artivismo, una gestión que no genera ganancia constante y sonante pero que sí provoca un estado de opinión en un escenario amplificado y absolutamente necesario como la Cuba de fines de los 80. Juan-si cambió el decadente comedor de un General por la inseguridad de la calle, exigiendo reformas profundas que contemplaban, incluso, el status de la Constitución cubana. Y por ello fue castigado. De la casa a la prisión al exilio, sin escala.

Uno de los destinos de ese destierro político al que Juan-si fue catapultado es el Midwest norteamericano, específicamente el estado de Ohio. La superficie de esta región es tan plana que a pesar de tratarse de un estado pequeño, Ohio parece inmenso y extenso. Por razones de trabajo, en medio de este desorden mental, digamos chejoviano, de infinitud precaria y pequeñez extensa, Juan-si trasiega diariamente, con el mismo azoro y resolución de Frances McDormand en Fargo.  Inhóspito y desgarrante, Ohio viene a ser la Siberia de Juan-si, una extensa llanura de pesadillas disidentes.  

American Playgrounds (2008) es una bella serie de fotografías que surgió con un propósito instrumental en primer lugar: esos fragmentos de elementos urbano- arquitectónicos encontrados servirían para que Juan-si pudiera ubicarse en una geografía desconocida apelando a su  memoria. Micro-brújulas visuales, rosas náuticas a modo de orientación en un territorio desconocido y a ratos hostil. Sin embargo, este survey por cuenta propia, más allá de cierto pragmatismo, está halado por una relación bipolar y mental que Juan-si irremediablemente establece con dichos escenarios: por un lado resultan extraños y meten miedo; por el otro, ejercen un atractivo en él. Poseen el “sex appeal of the inorganic”.

El actual abandono y fragilidad, el silencio que proyectan estos elementos hacen clic con su ánimo. Química le llaman. En cierta forma, estos retratos son autorretratos: Juan-si se proyecta en esos elementos alterando la sintaxis de la composición de manera imperceptible. Es su mente quien las altera. Repara en ellos porque sobretodo se ve en ellos luego de acercarse con el ojo asustado. American Playgrounds es un ejercicio estético de tautología. Soledad sobre soledad. El fantasma de Hopper en el sitio del copiloto. Escenografía de la depresión. Como  en Exile Project, serie realizada junto a Frank Guiller, la noción de desplazamiento atraviesa todo este cúmulo de imágenes secuenciales.

Instagram ha  puesto de moda el encuadre de 1×1 o cuadrado pero ya Juan-si había apelado a él como formato clave en American Playgrounds, incluso a pesar de no ser recomendado a la hora de fotografiar el paisaje. Así que Juan-si se las ha jugado, ha armado su propia revolú formal. El cuadrado es cardinal en esta serie y el resultado notable. De esa manera él logra encapsular una porción de la realidad y construir (este verbo no es gratis, apunta al tránsito del documento a la ficción) un inventario de imágenes aquejadas por una intensa depresión. Con el 1×1 puede resaltar el drama, enfocar y enfocarse mejor. El cuadrado supone una edición, no de postproducción sino a priori.

American Playgrounds compila y archiva imágenes de enclaves que adquieren ese dramatismo a fuerza de perder su historia e identidad, que han sido víctimas de la desidia, del eclipse de una razón, del ocaso de un cierto imaginario ideológico y económico que imperó en US y era la base del American Dream. Ahora son puntos quebrados, fantasmales. Han sufrido el vaciamiento de su narrativa tradicional. De ahí la sensación de desolación (la ausencia de seres humanos en las fotos es clave). Una tramoya medio exótica y pintoresca de vida en extinción, entre ajena y empática, más cartesiana que sensual. Más evocativa que real puesto que esos fragmentos han perdido su orgullo. Quizás por ello aceptan que Juan-si les otorgue su memoria personal.

Estas suertes de epistemes topo y cartográficas, en su cualidad tácita pero irreal, representan el fin de una era. American Playgrounds es un inventario personal que da fe de ello, y conmueve.

Publicación fuente ‘El Sr. Corchea’