Arien Chang documenta una disciplina, el fisiculturismo, que más de uno consideraría improbable en esta isla de la escasez crónica y la uniformidad por decreto. Hay en cierto modo una narrativa disonante en estos retratos de mujeres y hombres hipermusculados y semidesnudos que posan ante la cámara y tensan sus miembros paroxísticamente. Para seguir leyendo…
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