Quienes se aproximen a las obras de Glenda se percatarán de que carece de figuras humanas. Y tampoco tiene por qué haberlas. Si la existencia es principalmente exterioridad, el mundo sonoro se sitúa por fuera de la lucha de las especies. En otras palabras, el mundo de Glenda es esencialmente pagano. Y es pagano porque se ha retirado de la ficción de la persona, así como de las tribulaciones de la economía que organizan las mediaciones intramundanas. Para seguir leyendo…
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