Quizás las autoridades no estén al tanto, pero el cannabis forma parte del espíritu de nuestra época y poco pueden hacer para aislar la isla de su poderoso influjo. La ridiculez autoritaria de prohibir incluso la «bibliografía» vulnera el derecho a la información y retrata el paternalismo totalitario con el que el régimen trata a los cubanos, como si fueran perpetuos menores de edad incapaces de decidir libremente. Esperemos que las autoridades no lleguen al extremo de querer aplicar todas las posibilidades de censura que contempla su reciente normativa, pero el miedo ya está en la calle y esta es una herramienta más para silenciar al oponente y para convertir a los amantes del cannabis o a los simples defensores de sus virtudes medicinales en delincuentes. Por ejemplo, al escribir este artículo, ¿estaré entrando en terreno prohibido?, ¿me habré convertido a ojos de la autoridad en un delincuente? Para seguir leyendo…
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