Recuerdo a los 8 años a mi abuelo degollando a mi chiva Blanquita. Brutal oír los gemidos de mi animalita. Odié a ese hombre, tuve ganas de matarlo. Vengarme. Al año próximo le tocó a Negrita, y vi lo mismo, el llanto del animal me perseguía. Así, cuando era apenas una niña, el odio hacia la humanidad comenzó anidando y envenenando mi espíritu. Con qué gusto matan. Mi abuela materna quería que aprendiera a matar gallinas y un día comencé a marear la gallina dándole vueltas en el aire, mi mano apretando sus patas, pero no pude seguir. Para seguir leyendo…
Responder