Quienes disentimos del orden político, dentro y fuera de la Isla, no somos mercenarias ni mercenarios. El poder estatal ha sostenido y reproducido históricamente su soberanía sobre la lógica partisana. El enemigo interno, su otro/otra político (mercenarios, gusanos, bandidos, elvispreslianos, contrarrevolucionarios) le es funcional al sistema. Es su excedente y, a su vez, la justificación de toda forma de control, violencia y existencia de un Estado represor. Estamos, además, ante una retórica articulada a los prejuicios raciales y clasistas de profunda raigambre en la sociedad cubana, donde la pobreza y lo negro se asocian con lo bajo, lo marginal, lo denigrante y la deslealtad. Basta con escuchar los adjetivos que usan para descalificar a Denis Solís y al MSI. Para seguir leyendo… (Imagen: Ame Gla).
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