Digamos que, después, ya arribados al fin de la lectura de tal cuaderno (Me fui a sembrar tomates donde los agrestes ofrecían semillas de ophrys fusca), se piensa en la dirección ad hoc de esa poética: el trazo estilístico-discursivo al modo Larry J. González. Una poética tan personal como actualizada en el uso de los contenidos de realidad que representa… Y en este punto pensemos que, en la poética del autor citado, esos contenidos emergen casi siempre —costumbre, que sepamos, desde La novela inconclusa de Bob Kippenberger (2011), y más aún en Osos (2013)— de grupos sociales e identidades culturales divergentes, cuya movilidad se ubica en contextos de la Gran Urbe: miquis, frikis y seudointelectuales; cultores del fitness y paseantes de cualquier estrato social; conglomerados y comunidades de prácticas sexuales plurinormativas o meros noctámbulos de ciudad. Para seguir leyendo…
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