¿No acabó la Revolución cuando se convirtió en su propio reverso y se transformó en un proyecto conservador, biopolítico y autoritario? La violencia, los fusilamientos, la censura, la criminalización de la disidencia, la homofobia, las purgas institucionales, y la instalación de campos de trabajo forzado, se justificaron como una “necesidad” histórica y como efectos colaterales. Por años, la retórica oficial ha vendido la idea de que la Revolución es un proceso “original”, infinito, imperfecto e inacabado, para justificar esas políticas como “errores” del pasado, “que no son la Revolución”, cuando se sabe que esas prácticas fueron sistemáticas y sistémicas. Para seguir leyendo…
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