Si bien no todos los días encontramos muertos en las calle en Cuba, hay una violencia psicológica que afecta severamente no solo a la persona en sí sino a la comunidad. El asesinato de reputación, la investigación, las detenciones arbitrarias, la amenaza perenne: todo esto comulga con un estatus dictatorial que agrede de manera lenta pero constante hasta destruirte como persona y como ciudadano. Ese acto de repudio a los que piensan distinto, termina al final por cancelar lo distinto en aras de una homogeneidad ideológica y discursiva que mantenga uniformados los estratos sociales en una parquedad económica y de derechos elementales. Para seguir leyendo…
Responder