En los últimos meses hemos asistido a una absurda persecución de jóvenes cubanos creadores (la mayoría mujeres) por el simple hecho de exigir una mayor autonomía de cara a la creación y expresión de la palabra en la esfera pública. Por esta razón no hay nada más absurdo que proscribir y criminalizar la libertad de palabra, asociación o circulación de imágenes. Un estado que, de forma directa, interviene en la clandestinidad de una vida comete un asalto contra el cuerpo de las mujeres; o por decirlo con la antropóloga Rita Segato, ejerce un mandato de masculinidad sobre los modos en los que mujeres protegen su espacio de convivencia. Para seguir leyendo…
Responder