El gobierno cubano ha sido un excelente proxeneta político. Es bien sabido que en los años noventa la Seguridad del Estado amenazaba a las prostitutas con deportarlas a sus provincias, o con meterlas en la cárcel, si no colaboraban ofreciendo información de sus clientes (empresarios extranjeros con negocios en Cuba, o dirigentes). Y este uso del sexo ha continuado, porque ha existido siempre: con heterosexuales y con homosexuales, con relaciones de corto y largo plazo, dentro y fuera de Cuba. La información y las imágenes conseguidas por esta vía han sido una de las formas más efectivas de chantaje político. Para seguir leyendo…
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