Mi generación quería escapar de lo que se había convertido a finales de los 90 en una obsesión fetiche. Esto es, de que para ser un artista cubano y vender obras había que criticar el sistema de forma indirecta. Nunca perdimos el interés por los temas políticos cubanos, sino que buscamos esa «realidad superior», un lenguaje más universal que trascendiera circunstancias específicas que pudieran haberse originado en Cuba. Summer Dream (2002-12) trata específicamente de la lógica de ir más allá de la política; se relaciona con la división irracional entre dos países muy próximos. Pero los bañistas en el agua también universalizan la lucha, la vulnerabilidad de todos aquellos que arriesgan y pierden la vida en los viajes hacia la libertad. Para seguir leyendo…
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