Rolando Sánchez Mejías: Escribir es cazar / Entrevista
Con motivo del año que llevamos de Covid-19, Hypermedia Magazine ha despachado las siguientes preguntas a un amplio grupo de escritores cubanos:
1) ¿La pandemia ha modificado sus hábitos y/o métodos de escritura? ¿De qué modo?
2) ¿Han variado este año sus hábitos de lectura? ¿Ha leído más? ¿Ha leído menos?
3) ¿Cuáles han sido las lecturas (títulos, autores, plataformas) más reveladoras durante esta pandemia?
4) ¿La nueva situación global le ha inspirado algún proyecto literario?
5) Cuéntenos cómo es actualmente un día en su vida de escritor(a).
Compartimos con nuestros lectores los mensajes que retornan a nuestro buzón.
1.
No creo que el virus y sus consecuencias hayan variado sustancialmente mis hábitos y métodos de escritura. Ni siquiera he pensado sacarle partido a la pandemia para mi ficción o poesía o ensayo… A mi modesto modo de ver, algo esencial no se me muestra en el tema, y sí mucha algarabía de hilachas de escritura, aunque aún es demasiado pronto: lo trágico puede acelerarse y cambiaría quizás nuestros parámetros de medición y, por tanto, de ficción.
No es que no me encanten esos territorios de “maldad”, ciencia (soy químico de profesión, y tuve que ver un poco en la defensa química y bacteriológica), actuación del hombre en situaciones superlímite, como por ejemplo una hambruna, una pandemia, un genocidio, etc… Eso sí, durante esta pandemia he constatado en otro nivel (tales niveles de constatación se ven durante una vida diaria sin pandemia) el alto delirio al que somos proclives, la histeria personal y social (no hablo del temor y el miedo, lógicos en tal estado de cosas), lo dóciles que somos como masa, la autonomía libérrima de las castas políticas, científicas, etc. Y cómo la masa busca su Enemigo, sobre todo en los llamados Negacionistas, cuya mayoría en verdad no niega el virus y sus consecuencias, sino que más bien critican las medidas infantiloides y contradictorias del Estado para la “tranquilidad” de la masa.
Vivimos en una época blanda, de espesor y materialidad variable, deslizante. Este tema del virus no se parece en nada a los tiempos de la peste. Aquí, desde el inicio, sabemos que estamos matando a los viejos en sus reducto de sobrevida, y ni siquiera la mala conciencia toma el lugar del Duelo. Es un gótico tan insulso este que vivimos, que para que se restablezca algún gótico auténtico moderno tendrá que venir lo Extraño con todo su poder…
Tampoco el Fin de los Tiempos ha cobrado fuerza simbólica, sea Cristo refundado o de regreso, sean otras variables de lo Sagrado oscuro, desde Asia o las ultraiglesias o los templos con líderes carismáticos. Tampoco la Revolución o la Revuelta y sus sinónimos tienen poder de Aparición, y sus filósofos se consagran a escritos y vociferaciones carentes de esencia fundadora.
2.
Leo más o menos la misma cantidad de horas de siempre: unas siete al día. Básicamente tres caminos: Ficción, Poesía y Ensayo. Escribir, no más de tres horas, a no ser que necesite una hora más para terminar, si todo iba deslizándose bien… Luego, dos horas para notas, ya sea a partir de libros que leo, u ocurrencias sobre lo que escribo, y que pueden servirme de inmediato o para el día siguiente.
Me rodeo de mis maestros, como Wallace Stevens, poetas arábigo-andaluces, Benn, Góngora, Gil Vicente y los galaicos, Pound, Rimbaud, Eliot, Machado, Garcilaso, Alfonso Reyes, Santa Teresa, Vallejo, Gabriela Mistral… Etcétera. Y, claro, van variando.
3.
Las novelas de la italiana Ortese, descomunal, en un fantástico extraño.
Los cuentos de Isaac Bashevis Singer: hay unos doce grandes, y tres o cuatro a la altura de los mejores cuentistas.
Releí doce veces La montaña mágica de Thomas Mann. Releí por tercera vez Los demonios, de Dostoievski (¡qué novela!). Releí con lentitud Crimen y castigo.
Respecto a ensayos: mis antiguas lecturas del gran Alfonso Reyes, y El imperio jesuítico, del gran Lugones…
Poesía: leo lentamente a Garcilaso y a Góngora. Y otras cosillas. Indago en la influencia árabe de nuestra poesía castellana. Es tremendo el Cancionero antiguo, las jarchas, las maxagas, las canciones de Gil Vicente, las cancioncillas en gallego y castellano antiguo…
4.
No creo que la nueva situación mundial, al menos por el momento, me haya influido o suscitado temas. Quizás luego… Eso sí: me ha corroborado algo de primera mano acerca de la Estupidez Social, Política y Humana en general.
Como soy graduado de Química, trato de indagar en la ficción-ciencia de esta nueva enfermedad. Trato de ver qué está pasando ahí “dentro”, donde hay ciertas armonías inarmónicas, secretillos, pozos, exclusas y hasta jardincillos de belleza e impiedad.
5.
Lo mismo de siempre. Leo mucho de noche, hasta madrugar. Leo a veces con cierta calma, para subrayar o pensar un poquito. Escribo por las tardes. De vez en vez juego pimpón o nado o hago pesas: así llegan algunas ideas… Y miro películas que me interesan: de culto, thrillers, de fantasía y fanta-ciencia serias, pues ahí se aprende y el cerebro se mantiene caliente… Camino unos pocos kilómetros a ver si asoman ideas: el cerebro y lo motor andan junticos al caminar. Las ideas saltan como conejos…
Eso sí: la mayoría de esos conejos que saltan para que tú, con buena suerte, te apropies de un par de ellos, o son demasiado salvajes o incomprensibles y se fugan en el bosque, o se disipan en el aire. Escribir, como dije una vez, es cazar: salir de casa y de caza y, con buena oportunidad o casualidad, cazas un conejo en el bosque. En mi caso, alterno la caza de conejos con la caza de ratas… Escribir es, la mayoría de las veces, cazar en el Callejón de las Ratas.
Sigo terminando dos novelas y dando las últimas revisiones a mi Poesía reunida, que saldrá este año en México. Y reúno mis cuentos más extensos (diez páginas promedio) y he comenzado una nueva novela. También doy las últimas revisiones a un libro de ensayos. En fin.
Publicación fuente ‘Hypermedia magazine’
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