Es asombroso que la dirigencia de lo que allí, pomposamente, llaman el «proceso revolucionario» no se dé cuenta del cambio de mentalidad. Los jóvenes, cuando otean el ambiente, no sienten el olor a pólvora con que derrotaron a Batista ni al imperialismo yanqui, sino a la naftalina de las viejas ideas. Miguel Díaz-Canel, el presidente de Cuba, elegido por Raúl Castro y luego obedientemente refrendado por la Asamblea Nacional del Poder Popular, es más joven que la revolución. Tiene 60 añitos. Manuel Marrero, el primer ministro, apenas 57. Es el «chiquillo» de hacer los mandados. La generación que hizo la revolución, encabezada por Raúl Castro, tiene casi 90. Para seguir leyendo…
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