El intento de construir una nación desde un Estado ideológico necesita no una tabla rasa, sino la construcción de la desmemoria. Siempre recuerdo la anécdota de cuando Fidel Castro quiso impresionar a Suharto, presidente de Indonesia y de visita en Cuba a principios de la Revolución, mostrándole la arquitectura del Vedado. Éste, listo y locuaz, alcanzó a preguntarle cómo habían construido una ciudad tan bella en tan poco tiempo. Sonrisas y a otro asunto. El punto de exhibición revolucionaria fue el Hotel Habana Libre, no una tienda de campaña en medio de La Habana Vieja. Para seguir leyendo…
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