Quise revivir la confesión porque las condiciones de vida de los artistas e intelectuales en Cuba no han cambiado, a pesar de que el Gobierno cubano ha realizado un gran esfuerzo durante años para ocultar esa verdad. Ni el más brillante de los dramaturgos podría haber imaginado algo tan patético como las confesiones de Padilla y su cohorte. Mientras leía las palabras de un escritor tras otro esforzándose por encontrar formas de condenarse, me encontré comparando lo que estaba leyendo con las obras absurdas de Eugène Ionesco. Para seguir leyendo…
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