Su autocrítica es acordada previamente con los carceleros. Él afirma en su discurso que está improvisándola. Esa noche lleva con él unas notas y las justifica por «la cobardía del que cree que va a olvidar un dato». Aclara que improvisa a partir de una carta que dirigió a los jefes en sus días de Villa Marista. Sin embargo, ya venga de una carta o de unos apuntes o improvisado allí, él apenas puede apartarse de lo que acordó. No puede dar pie a volver atrás, a Villa Marista. Tal vez añade un énfasis, unos gestos. Tal vez sobreactúa con tal de sugerir en quienes oyen su discurso de autocrítica que, no importa lo que esté diciendo, sus palabras no son auténticas y habla en falso. Esta es una de las razones por las que convendría acceder al discurso filmado. Para calibrar el histrionismo de Padilla. Algo que ahora resulta imposible, cuando únicamente contamos con la transcripción del discurso. Y transcripción que no sabemos si es fidedigna del todo. Para seguir leyendo… (Imagen: H. Lavastida).
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