Ramón Fernández Larrea: ·El gran paro nacional·

Actualidades | Autores | 14 de mayo de 2021

En Cuba, desde 1959, más importante que trabajar, ha sido la actitud ante el trabajo. No importa si fabricas tuercas o buñuelos, sino que lo hagas ahí, como un titán, con cara de héroe o de mártir, sin importar que luego la tuerca no se la pueda comer nadie o que el buñuelo se rompa nada más arrancar la moto. Lo que queda es la entrega, la disposición, la actitud y el arrojo. Por eso lo poco que se produce se arroja, a la basura. Más adelante el cubano aprendió, viendo lo que hacían con el producto que había ayudado a fabricar, y a arrojar –sobre todo, lo que el Estado pagaba por su esfuerzo–, que no era mala idea irse a fabricar eso mismo en el extranjero, en algún país grande y cercano, donde se le diera buen uso a su esfuerzo, que le pagaran más y que con el salario se pudieran obtener más cosas. Para seguir leyendo…