Sandy Mederos: Interviú a Exbaterista de Garaje H / Llegamos a ser vistos como un fenómeno que se fue de las manos

Autores | Memoria | Música | 21 de mayo de 2021
©Garaje H / Rock Cubano.

La última década del siglo pasado fue fabulosa para el rock en Cuba. Después de los 80, etapa en donde el movimiento metalero se consolidó definitivamente, llegó un momento ideal para el surgimiento de nuevas bandas, las cuales se montaron sobre la ola de la metamorfosis que tenía lugar dentro del género y, además, aprovecharon la inquietud natural de los jóvenes para convertirse en artífices de una suerte de boom que jamás se ha vuelto a ver en ese sentido en la escena musical cubana.

Aunque en la actualidad es posible que varios fans rocanroleros de la Isla no conozcan demasiado acerca de aquel fenómeno masivo que tuvo al Patio de María como cuartel general, lo cierto es que la marca que dejaron grupos como Cosa Nostra, Athanai, Havana o Superavit se incluye entre lo más relevante de la historia de ese género en nuestro país.

Una de las alineaciones más recordadas de ese tiempo fue Garaje H, artífice del álbum Sin Azúcar (Gora Erriak-Esan Ozenki, 1997), en donde se atrevieron a mezclar el rock con el funk y el rapsuceso considerado como uno de los hitos más importantes del metal en la Mayor de las Antillas y que los colocó entre la élite de todos los tiempos a nivel nacional.

Recientemente, Cubalite logró contactar con Sergio León, baterista fundador de la banda, quien nos contó cómo se vivieron aquellos años en donde faltó de todo menos buena música.

Hábleme de la fundación del grupo, el lugar, los músicos, las influencias que tuvieron…

Garaje H nació en el barrio capitalino de Alta Habana y surgió de la necesidad de expresar una música urbana, explosiva y directa, que nos permitiera darle voz a las partes más desfavorecidas de la población. Aunque a lo largo del tiempo, Garaje H tuvo en sus filas a diferentes integrantes, originalmente sus miembros fueron Abel García (vocalista), Manuel “Manolo” Méndez (guitarra), Néstor del Prado (bajo) y Sergio León, un servidor, en la batería. Nosotros veníamos haciendo una especie de punk funk con una banda creada por Abel García, mientras que Manolo tenía experiencia en un piquete de punk emblemático llamada Detenidos.

A pesar de venir de un corte radical de música urbana, nos interesaba la música negra, debido a que el punk, en sus raíces antirracistas, siempre utilizaba ritmos como el funk o el reggae.

Por entonces también nos influenció muchísimo escuchar a Aerosmith con Run DMC y todo ese movimiento del cual se originaron grupos como Red Hot Chili Peppers, Rage Against the Machine, Stuck Mojo, Clawfinger, entre otros que nos sirvieron de inspiración para darle forma a nuestro propio proyecto. Curiosamente, también tuvimos en cuenta el sello de orquestas de salsa como Van Van o NG La Banda.

Grabamos el disco Sin azúcar con músicos de Van Van en el estudio de ellos. Fue una experiencia maravillosa, verdaderamente un tesoro y me trae muchos recuerdos. Fue un álbum muy popular no solo para los rockeros, sino también para la gente del barrio. Creo que la misión de darle voz a todos los que no tenían fue cumplida.

Con el tiempo, fuimos creciendo y aparecieron nuevos integrantes como Roberto, de Alamar; Jorge Luis “El gordo”, de Río Verde (percusión); Irak Sanz, uno de los mejores raperos del país e integrante de Doble Filo; los difuntos César (bajo) y Liván “El kaweiro” (percusión); Julio Balmaceda, el de San Agustin (bajo); Pepe “el Fuñi”, quien grabó nuestro primer disco al bajo; Miguelito el de La Víbora (bajo); Ari Rius (guitarra); Eduardo Longa (percusión) y muchos más que hicieron que la banda siempre se mantuviera en activo por aquellos años.

Cómo fue el proceso para conseguir los instrumentos y cuáles eran los retos para crear los temas ¿Alguno de Uds. era músico de escuela o tenía algo de formación en ese sentido?

Siempre tuvimos que luchar muy duro para tener los instrumentos, pero eso es algo que le pasa a todos los músicos en Cuba, ya sean institucionales o no. No obstante, desde la posición de los que no estábamos asociados a ninguna organización oficial, era más complicado, pues por entonces no había tiendas donde los ofertaran ni nada parecido. En un final, había que arreglárselas como podíamos.

Lo otro era que Garaje H contó siempre con músicos callejeros o de escuela, pero eso nunca hizo que se discriminara a alguno de ellos. Para nosotros, la única condición era tener la Actitud, así, con mayúscula, como para seguir el nivel de indisciplina nuestro. Aquellos familiarizados con el punk y el lenguaje urbano seguramente entienden a qué me refiero.

¿Cómo describiría el panorama del rock en Cuba por los años en que surgió y se desarrolló la banda?

Eran años de crisis social. La cosa era muy difícil, pues no sólo estaban las dificultades materiales, sino también la desatención institucional que nos hacía sentir como si no existiéramos, desde el punto de vista de la promoción y otros elementos así.

No obstante, los jóvenes estaban bien despiertos y con ganas de luchar, cosa que hacían de la forma en que podían. Todo eso creó las condiciones para que pudieran surgir bandas de rap o punk, todas con un discurso social y urbano muy revolucionario, aunque para muchos fuera todo lo contrario.

¿De qué forma sintieron la censura a su música?

La censura y la manipulación siempre estuvo presente, pero también hubo funcionarios que siempre trataron de ayudarnos, esa es la verdad. Supongo que es lo bueno de depender del factor humano para lograr tus objetivos.

Garaje H, por su discurso y su forma de reflejar la sociedad en que vivíamos, unía a diferentes sectores de la población y la cultura urbana de la ciudad. Con el tiempo, llegamos a ser vistos como un fenómeno que se fue de las manos, debido a nuestro discurso progresista. Eso sí, aunque fuimos reconocidos por varias organizaciones de izquierda a nivel internacional, no nos identificábamos ni con ellos ni con la derecha, sino que estábamos más cerca del anarquismo.

Gracias a todo aquello, llegamos a volvernos lo suficientemente populares como para salir en la radio y la televisión, algo que hizo que toda censura fuera ineficiente ante el impulso de las personas.

¿Cómo surgió la colaboración con Grandes Ligas y qué recuerdos tiene de esa relación profesional?

La verdad, fue algo muy bonito y siempre sentimos un cariño especial por Grandes Ligas, no solo como músicos sino también como personas, como hermanos, especialmente el desaparecido Barbarito.

Lo que no se dice mucho es que la banda no solo colaboró con ellos; lo hizo, además, con Amenaza y otras agrupaciones de la época. Todo eso lo propició nuestra voluntad de apoyar el movimiento del hip-hop, pues íbamos como público a sus festivales y luego tocábamos en sus peñas. Al final, resultó que, a pesar de tocar géneros tan distintos, teníamos los mismos intereses y terminamos creando una gran unidad entre la gente gracias a nuestro mensaje verdadero, que jamás se dejó manipular por nada ni nadie.

¿Qué estilo o variante del rock preferían? ¿Quiénes eran sus ídolos internacionales?

Ah, la lista es larga (risas) e incluye cosas muy variadas. Estaban los tipos de La polla records, Negu Goriak, Public Enemy, Onyx, Insane Clown Posse, Faith no More, Prodigy, Prong, todos los grupos de la Black Rock Coalition y del movimiento Afropunk, más aquellos que participaron en la banda sonora del filme Judgement Night.

Igual éramos seguidores de los Beastie Boys, Papines, los Muñequitos de Matanzas, La Puya, Misfits, Ministry, Mr. Bungle, Motorhead, los pioneros del punk alemán, del rap estadounidense y también del latinoamericano. En resumen: teníamos armado un tremendo “cóctel Molotov” que nos hizo darle forma a nuestra idea musical.

¿Qué otras bandas de su tiempo en Cuba admiraban más?

Siempre nos gustaron las de rock, metal y rap, a cuyos conciertos asistíamos todo el tiempo y las apoyábamos en lo que se podía. Teníamos mucha cercanía con las de punk, black metal y grind core, las cuales, junto con las de rap y reggae, estaban entre las menos favorecidas institucionalmente.

¿Cómo era la relación entre los rockeros de aquel tiempo?

Hay que decir que en esos años la lucha era pareja para todos, por eso, en general, las relaciones eran buenas. Se respiraba un aire de hermandad y unidad, lo cual hizo que muchas agrupaciones sobrevivieran a pesar de no contar con demasiada promoción ni apoyo en Cuba.

¿Cómo se mantiene en forma, físicamente hablando, un baterista para tocar durante horas de una manera tan intensa?

La batería es un instrumento que requiere mucha energía física, pero también tienes que tener, aparte de la técnica, un sentido fluido del tiempo y del ritmo, lo cual es fundamental a la par de la creatividad.

Para poder tocar varias horas seguidas, lo importante es el estudio de la técnica de balance y resistencia. Además, tienes que observar bien de cerca la respiración, para lograr que tu manera de ejecutar sea fluida como una danza, orgánica, natural y con buen balance, sobre todo si vas a tocar puro *blast. Es difícil tocar blast que sea rítmico y con *groove. Al final, no solo es cosa de la técnica y el balance, porque esto es arte, no un deporte (risas).

El Patio de María fue un espacio fundamental para la difusión del rock en la capital cubana ¿Cómo recuerda ese sitio y su magia especial?

¿El patio de María? ¡Lo máximo! Nunca ha existido un lugar así en Cuba, tan especial y lleno de “magia”. Y lo más importante no es sólo lo que significó musicalmente, sino que, además, era un sitio dedicado a la juventud, a la más inquieta y rebelde de todas. Visto después de tantos años, tengo que decir que, para mí, esa fue la cuna de nuestra generación.

Tengo que darle mis más sinceros respetos a las personas que, con mucho cariño, hicieron posible ese sueño, especialmente a María Gattorno, quien siempre nos apoyó y escuchó, más como una madre que como una funcionaria.

¿Qué motivó la separación de la banda? ¿Qué ha sido de la vida de sus integrantes?

Bueno, esta parte es la más triste, sobre todo porque algunos quedaron atrás.

Para comprender este momento de la historia hay que entender el contexto político de la época, en el que se incluyen hechos como el del remolcador 13 de marzo y otros tantos. En ese tiempo sentimos la paranoia de la censura mucho más fuerte, y yo, como objetor de consciencia, sentí que saldría muy mal parado.

Como consecuencia de eso, decidí irme sin demasiada algarabía y dejar atrás un montón de recuerdos que aún me hacen sentir triste. Logramos salir juntos, casi de incógnitos, en lo que llamamos “gira de combate autofinanciada”.

Hoy, quienes logramos irnos de la Isla nos encontramos dispersos por el mundo. No obstante, aunque vivo en Nueva York y llevo años sin ver a mis colegas, tengo la confianza en que pronto podremos reunirnos otra vez.

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*Blast: Ritmo de batería caracterizado por su rapidez, a veces extrema, influenciada por géneros que surgieron del hardcore punk como el grindcore y metal extremo.

Publicación fuente ‘Cubalite’