En relación con Los caídos, Falsa guerra es una novela menos compacta o, lo que es lo mismo, más arriesgada y abocada al error, en que la historia muestra las costuras y desvela los mecanismos a través de los que funciona el laboratorio de la escritura. Es la bitácora de la descomposición de un registro que, para los propósitos de esta poética, se ha comenzado a volver insuficiente. “La literatura parecía ser ese movimiento y ese extravío que no podían nunca componerse” –se dice en la serie “Falsa guerra”, a la que volveremos más adelante– “como una catedral que solo debía rendirle culto al dios de la equivocación”. Para seguir leyendo…
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