Jamás en mi corta experiencia cinéfila vi una cinta propagandística en la que todos los personajes y diálogos fuesen los del enemigo. En mitad del fervor revolucionario del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, Manuel Pérez se permite traer una reminiscencia de esa Cuba de cultura burguesa, americanófila, católica y conservadora, hacía tanto tiempo borrada del mapa. Imagínense solamente que en una sala de cine de la década de los 70 en Cuba se pudiese admirar a un protagonista que reclamaba para sí el estatus de “luchador contra el comunismo” en el Escambray: la otredad se rompe. La voz en off se asegura, eso sí, de recordarnos que son todos bandidos de una deplorable condición moral, que asesinaron a muchísimos guajiros inocentes. Para seguir leyendo…
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