Me avergüenzo de ser un cubano sin voz ni recursos para renombrar al teatro, que me es vital y eterno, con el nombre del virtuoso asesinado que le honró. Porque será siempre más grande y duradero aquel legado que el de esta militaroide mentalmente entrenada, físicobstinada y ad líbitum racista. Además de superarle con mucho en obra y modestia humanas. Para seguir leyendo…
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