Cuándo le pregunté en junio de 1991 por qué había firmado aquella famosa Carta de los Diez que lo llevó al ostracismo dentro de Cuba, me respondió: «Cuando la leí pensé que aquello podría haberlo firmado hasta la Caperucita Roja». Tenía esa manera aguda y sarcástica de decir cualquier cosa, todavía lo recuerdo asomado a su balcón de la calle Peñalver, en Centro Habana. Para seguir leyendo…
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