Lo necesario es no soltar la mano de los que acompañan, en un contexto donde los gestos individuales son cada vez menos individuales y donde lo que se construye supone cada vez mayores riesgos. Ojalá pendular entre la defensa del derecho a la elección personal y las exigencias de martirologio no terminen siendo las únicas salidas. Construir un país depende de la capacidad de imaginar otras posibilidades. Para seguir leyendo…
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