Rafaela Cruz: Entre mentira y mentira, al Gobierno cubano se le escapa una verdad

DD.HH. | 28 de julio de 2023
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Vladimir Regueiro, ministro de Finanzas y Precios del régimen castrista, afirmó en su informe a la Asamblea Nacional que «el escenario inflacionario en que se desarrolla la economía cubana en los últimos años no es exclusivo para nuestro país». Agregó que este escenario ha sido causado por unos elevados déficits fiscales que «han estado determinados precisamente por la necesidad de respaldar, en un escenario de crisis económica, las demandas crecientes de gastos vinculados a las políticas y programas sociales, incluida la atención médica y la vacunación de toda nuestra población en el combate contra la pandemia».

Ambas afirmaciones son falsas. Sin embargo, de las palabras del ministro surge una verdad que el castrismo ha estado tergiversando durante sus seis décadas al mando.

La primera mentira es enmarcar el drama inflacionario cubano dentro del problema inflacionario internacional, como si estuviesen relacionados y, por lo tanto, lo que está pasando en la Isla no fuese responsabilidad exclusiva de sus gobernantes.

En Cuba la inflación se disparó en el año 2021 llegando a entre el 400% y el 700% —la mayor del mundo—, mientras los precios internacionales apenas subían 3,5%. Tal diferencia demuestra que las causas del batacazo cubano no fueron problemas externos, sino el fracaso absoluto de la Tarea Ordenamiento, comenzada el 1 de enero de ese año, insertada sobre el fracaso absoluto del sistema socialista impuesto el 1 de enero de 1959.

Se suponía que la Tarea Ordenamiento iba a reflotar un país que, en 2020, sufrió una contracción de PIB del 11%, la segunda peor entre los países del continente americano en el momento más álgido de la crisis del Covid-19. El único país que sufrió más que Cuba durante ese año fatídico fue Perú, un 12%. Sin embargo, al año siguiente la economía peruana creció tanto como había caído en 2020, recuperando así su nivel de vida previo.

Pero en Cuba ni con la Tarea Ordenamiento se logra crecer y, entre 2021 y 2022, solo se ha recuperado un 3% de lo perdido, acumulándose un déficit en el valor de la producción total del país de -8% con respecto a 2019. Se trata de un caso único en el continente y probablemente en el mundo (con excepción de Haití, que lleva 232 años en guerra civil). Ello indica, una vez más, que la crisis cubana, aunque pueda haberse agravado por el contexto internacional, tiene origen en ese sistema sui géneris que el castrismo se empeña en mantener.

La segunda mentira del ministro de Finanzas y Precios es que la inflación se debe a déficit fiscales por «las demandas crecientes de gastos vinculados a las políticas y programas sociales, incluida la atención médica y la vacunación de toda nuestra población en el combate contra la pandemia».

La ruindad de querer asociar vacunación e inflación no cuela porque, como mismo ha reconocido el Gobierno, la contención del Covid-19 se financió desviando hacia ese problema el 50% de todos los recursos financieros y materiales disponibles para medicinas. Como consecuencia de ello, fueron desatendidos otros miles de padecimientos. Lo cual se saldó con 50.000 cubanos muertos por encima de la media histórica anual de fallecimientos, de los cuales solo a 8.000 se le adjudicó la pandemia como causa de muerte, lo que sirvió al Gobierno para mantener la imagen y propaganda de su sistema sanitario.

Por lo tanto, las vacunas contra el Covid-19 no se pagaron con emisión monetaria, sino con miles de personas muertas a causa de que fue desatendida la atención médica general para centrarse en una emergencia que, por razones de marketing, les interesaba contener en ese momento.

La realidad es que los déficit fiscales que se han ido acumulando a partir de 2019 se deben, principalmente, a que el Gobierno decidió abaratar la mano de obra nacional para hacer competitivas a las empresas estatales y al sector «privado» que está creando, ni más ni menos.

Pero, aunque sea mentira que los déficit presupuestarios estén causados por la contingencia sanitaria, cuando el ministro asocia los gastos en vacunas con el empobrecimiento que la inflación está generando, reconoce como falso algo que el castrismo ha tergiversado toda su existencia: la supuesta gratuidad de la salud y la educación en Cuba.

Tan pronto como al otro día de la intervención del ministro de Finanzas, Miguel Díaz-Canel aseguraba ante la misma Asamblea Nacional: «No me imagino a Cuba sin … la preocupación permanente de un Gobierno cuya principal misión consiste en garantizar salud, educación, alimentación y servicios públicos, gratuitamente algunos y otros al menor costo posible». ¡Mentiroso! Si fuesen gratuitos no tendrían relación con la inflación, como asegura su propio ministro.

De tanto mentir, una verdad se le escapó al castrismo, una verdad que demuestra que, a cambio de haber cedido su libertad, los cubanos no están recibiendo salud o educación gratuita, sino mala salud y mucho adoctrinamiento.

Fuente origen: ‘DDC’