Wendy Lazcano: Interviú a Ernesto Daranas / Guillén Landrián cuestionó lo que llevamos dentro, y eso era herejía en Cuba
El cineasta cubano Ernesto Daranas reconstruyó, en su largometraje Landrián, la vida y obra del realizador Nicolás Guillén Landrián, sobrino del poeta Nicolás Guillén y quien fue acosado y torturado en Cuba. El filme, que ha sido incluido por el Festival Internacional de Cine de Venecia en su sección oficial Venezia Classici, recoge diez producciones de Landrián que estaban en pésimo estado y con riesgo de pérdida en los archivos del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).
«Este documental combina el proceso de búsqueda de la obra de Nicolasito con el testimonio de dos personas muy cercanas al realizador», cuenta Daranas en entrevista con DIARIO DE CUBA.
La idea de realizar este filme, que es prácticamente «hijo de la pandemia», surgió durante una visita de trabajo de Daranas al ICAIC en 2019. «Me encontré con el lamentable estado en que se encontraba todo, me interesé enseguida por algunos títulos y pregunté específicamente por Ociel del Toa, de Landrián, un filme que tiene un valor sentimental para mí».
Ociel del Toa era la película que ponían en el barrio de Daranas cuando fallaba otra en las funciones de cine. «Era un mundo entrañable para mí y mis padres. Ellos habían sido maestros de montaña, y yo había vivido hasta los cinco años en esa zona. Conocía esos rostros, esa geografía. Cuando me enteré de que Ociel del Toa era uno de los títulos que estaba en riesgo de perderse, comenzó mi interés por hacer este filme».
La dirección del ICAIC aprobó la propuesta de Daranas de reconstruir lo que quedaba de la obra de Landrían, pero la pandemia y la Tarea de Ordenamiento obligaron al cineasta a buscar financiación fuera de Cuba. «Ahí es donde entran en escena Altahabana Films y Aracne Digital, las dos empresas que emprendieron la restauración de los diez títulos de Landrián que encontramos».
Daranas cuenta que quería transmitir no solo el lenguaje técnico en el que se movía la obra de Landrián, sino también su visión como director y como ser humano. Para eso fueron fundamentales los testimonios de su viuda, Gretel Alfonso, y el fotógrafo Livio Delgado, quien trabajó en cinco documentales con Nicolasito.
«Gretel Alfonso puso en nuestras manos gran cantidad de material y sobre todo su testimonio, que es muy próximo, emotivo, y nos permite conocer a Nicolasito de una manera muy particular. Livio Delgado, por su parte, tenía un gran dominio de la forma de trabajar de Landrián a nivel técnico. Queríamos una reparación que respondiera realmente al criterio y la visión de Landrián, no solo en lo técnico», dice Daranas, quien opina que esta cercanía es lo que hace de la restauración algo digno de ver.
Sobre lo que ha visto de la obra de Landrián, Daranas dice que más allá de su poética, el manejo de la imagen y los encuadres, le cautivó la manera en que supo ver a Cuba: «la forma en la que nos supo mirar, su capacidad de reflejarnos internamente entre el bullicio, mirar dentro de nosotros».
«Nicolás fue ese ciudadano que se detuvo en medio de la euforia del momento a preguntarnos, increparnos, y, por supuesto, eso era una herejía en aquel momento y explica mucho de lo que sucedió con él. Hay un reflejo de lo que somos como cultura, nación y pueblo en esos rostros de los personajes de Landrián, que mantienen una absoluta vigencia. Eso solo lo logra un artista excepcional».
Entre las producciones que no pudo encontrar de Landrían están Nosotros en el Cuyaguateje, Retornar a Baracoa y Desde La Habana. Esta última, según Daranas, la obra más personal del artista.
«Desde La Habana es la expresión de un momento muy significativo en su vida. Ya Landrián había pasado por prisión, por internamiento psiquiátrico, por electroshock, y esa obra es expresión, según el propio Landrián, de todo lo que estaba viviendo en ese momento».
Nicolás Guillén Landrián fue director de cortometrajes en el ICAIC, de donde fue expulsado en 1971 por sus ideas antisistema. Tras la aparición de los documentales Reportaje (1965) y Retornar a Baracoa (1966), donde reflejaba los problemas del campesinado cubano, Landrián fue enviado a los campos de trabajo de Isla de Pinos, según Diario las Américas.
En 1989 Nicolás Guillén Landrián, logró que el régimen de Fidel Castro le concediera permiso para irse a EEUU como exiliado político, con su esposa Gretel Alfonso. Falleció de cáncer en 2003 en Miami, a los 65 años de edad. Sus restos descansan hoy en el Cementerio de Colón, en La Habana.
Publicación fuente ‘DDC’
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