Elena Llovet: Mr. Sad es un repartero. Necesitas ser feliz

Artes visuales | 14 de diciembre de 2023
© E. Llovet / Grafiti de Mr. Sad 

¿Cómo recuerdas de la primera vez que marcaste un muro, una pared?

Me llamaba mucho la atención pintar en la calle, comencé a hacerlo en lugares apartados del pueblo, las primeras cosas que probé fueron poner el nombre de mi hermano, el nombre de un amigo. Nos vestíamos de negro y preferíamos salir en la noche, todo un ritual. Imitábamos el estereotipo de lo que creíamos era un grafitero. La primera vez fue en octavo grado, al lado de mi secundaria, con un spray que logramos comprar entre varios. Al otro día estaba la policía en la escuela y eso generó cierta adrenalina en mí.

En El Vedado, específicamente en 23 y O, fue el primero que hice como Mr. Sad, cerca del cabaret que estaba allí, no recuerdo su nombre, pero sé que lo están derrumbando ahora. Marcamos la pared y no me percaté de las cámaras que estaban en las esquinas: enseguida llegó la policía. Tuve que decirles que era un proyecto de la casa de la cultura, inventar un cuento para salir del paso. Terminamos yendo a Marianao y esa es la primera pincha que está en mi IG: un letrero que pone Mr. Sad.

Esos fueron los primeros impulsos. Luego pasé un tiempo elaborando la estética, la idea, porque soy totalmente autodidacta. Cada vez que salía a marcar estaba todo planificado. Sabía qué y cómo quería hacerlo.

¿Qué referentes del arte urbano o de la cultura hip hop te inspiraban en tus inicios? ¿Se han sumado nombres?

Tú sabes que soy de Bauta. Iba a la Habana casi todas las semanas y desde adolescente me fijaba en los sitios que estaban marcados por algunos grafiteros como Mr. Myl, Fabián (2+2= 5). En la Bienal de la Habana había visto trabajos de 1 Up: un grupo de grafiteros alemanes, y JR: un artista urbano francés. No conocía mucho más que lo que se hacía en Cuba. Las intervenciones de JR con fotografías y pasting me hicieron entender que el grafiti era más que un letrero.  

Creo que existe un estereotipo en cuanto a la relación del hip hop con el grafiti. Yo escuchaba a Los Aldeanos como toda mi generación, pero no tenía otra referencia del hip hop. Era un friki total. Después bailé tecktonik, reguetón, era uno más del barrio sin muchas referencias especiales.

Mi referente estético directo es la propaganda que se generaba en la prensa cubana de principios de siglo pasado. La consulté bastante para mi tesis, así que el estilo de mis propuestas es muy parecido al que utilizaban. Se componían de un objeto con una cinta y un slogan. El objeto era lo que se vendía, casi siempre dibujado a líneas.

¿Cómo defines tu estética? ¿Te interesa hacerlo?

Es difícil no pecar de hacerse el raro. Siento que la esencia de lo que quiero hacer está en el grafiti, pero también ha transitado por el mural. Me gusta situarme más cerca de la intervención pública, porque son piezas bastante premeditadas, pienso mucho en el formato y los colores. Mi intención suele estar muy clara y siempre enfocada al sitio en que las plasmaré. En ese sentido también está relacionado con el site specific y menos con el grafiti, a veces puede ser algo más espontáneo o meramente estético.

Soy graduado de Historia por la Universidad de la Habana. Fue lo más cercano que encontré a lo que quería ser realmente. Siempre me ha interesado la antropología. Me especialicé en temas de análisis del discurso y construcción de identidad. Mis intereses conceptuales como creador también van por ahí.

Pensar la identidad desde aspectos como la identidad lingüística y lo que eso implica en la sociedad. Creo que el espacio público es el sitio ideal para problematizar sobre una identidad tan cerrada como la que se ha intentado instaurar en el país después del 1959.

He ido evolucionando y sumando nuevos elementos, pero me interesa tener una propuesta simple, que se resuma en una frase de la jerga popular.  Las frases suelen surgir de un hecho o costumbre, casi siempre sobre temas simples o en apariencia superficiales, lo que hago es investigar sobre el contexto histórico de ese acontecimiento y resumirlo en un objeto que a nivel simbólico pueda sintetizar ese momento. Sería ideal si el espectador, en este caso la gente que transita por las calles que son mi público ideal, accediera a reinterpretar esa frase, o al menos a pensar sobre ella. De ahí salió Mr. Sad, siempre fue alrededor de la propaganda, de generar un ciclo comercial de marketing alrededor de la jerga y su análisis.

¿Quién es Mr. Sad?

 Mr. Sad es un grafitero repartero.

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