Gustavo Torrez Arma: Interviú a Ava / No solo soy una mujer trans, soy buena en lo que hago

DD.HH. | 24 de enero de 2024
©E. Rodríguez

En medio de una encrucijada entre la dirección de cine, la actuación y la pasarela, Ava se erige como miembro de una nueva generación de creadores que, con una determinación inquebrantable, y desde una visión artística más intimista y personal se está trazando un camino en el audiovisual independiente cubano. A solo un año de haber lanzado su primer cortometraje, Ava está atrayendo miradas y ganando reconocimiento en la esfera artística.

La joven modelo, actriz y realizadora, comparte con Alas Tensas sus reflexiones sobre el audiovisual cubano, la moda, la importancia de la representación trans y su visión para el futuro, su mundo creativo y algunos de los desafíos, triunfos y pasiones que la impulsan.

Cuéntanos sobre tus experiencias formativas y en el audiovisual.

Yo estudié en la Universidad de La Habana, Psicología. La tesis no me daba mucho placer hacerla, entonces quise hablar de la percepción que existe de las mujeres trans aquí en La Habana, a través del cine. Fue un pretexto para hacer lo que realmente me gustaba. Entonces presentaba cine debates, donde proyectaba películas, cortometrajes etc. con personajes trans y ahí recopilaba información, de qué creían, la percepción de nosotras… Mi tesis fue por ahí, pero realmente no he ejercido la psicología. Seguí este camino del arte.

También pasé un taller de cine autorreferencial. Eso fue que me gané una beca, porque para cubanos no hay muchos espacios. Entonces ahí trabajamos en varios ejercicios fílmicos, y bueno, fue como una experiencia súper buena, aprendí mucho. Para mí, que no soy egresada de ninguna escuela de arte, fue muy bueno.

Con esos ejercicios, ahora que ya salí de la escuela, comencé a trabajar, a editarlos mejor, a filmar cosas nuevas, hacer voz en off. Porque en la escuela estábamos bastante limitados, por los recursos. Entonces aquí, con amistades, estoy retomando estos ejercicios. Pasé dos semanas en San Antonio de los Baños, e hice cuatro cortometrajes.

¿En dos semanas?

En dos semanas, y lo tenía que hacer todo yo. La preproducción, el rodaje y la postproducción, todo. Teníamos un editor, pero al final yo no utilizaba tanto y hacía mi propio montaje. Hicimos cuatro cortometrajes en dos semanas y uno, el último, fue de diez minutos.

Es decir que ese taller también te ha ayudado para que tengas un manejo y una experiencia en todas las áreas.

Ese taller era más enfocado en la dirección, pero sí fue como un entrenamiento bastante duro. Era cine autorreferencial, es decir, que tenías que ir a tus heridas y hablar de ti. Para mí era bastante fácil, pero para mis compañeros…

¿Cómo accediste a esta beca?

A mí me la recomendaron. Tengo unas amigas que la habían pasado antes, me dijeron “yo creo que eres buena candidata para eso” porque lo que venía haciendo, sobre todo con Un tipo como tú, es cine autorreferencial. Entonces me decían “mira, si presentas ese material, puede que te acepten“. Tuve que escribir una carta explicando porqué quería estar ahí, y bueno…

¿Cuáles son tus intenciones creativas, los temas que te interesa explorar en tus obras?

Hasta ahora mis procesos están muy ligados a mi vida, sobre todo a mi vida sentimental amorosa. También es como una forma de darme terapia. Yo creo que en Cuba hace falta mucha cultura de terapia, aquí todo lo quieren resolver con pastillas. Entonces, esta es mi forma: escribir, luego actuar, luego exhibirlo. Es mi forma de enfrentar a mis demonios, mis dolores. Y también lo disfruto todo.

¿Cuál es tu proceso a la hora de hacer cortometrajes, sobre todo Un tipo como tú, que fue el primero?

Mis procesos han sido trabajar con personas que eran amigos, o con los que tenía una relación bastante cercana. Así se daban las circunstancias para hacer esos cortometrajes. En los dos casos fue muy parecido: yo tenía una relación muy cercana con uno de los protagonistas y de repente aparecía la oportunidad de hacer un corto. Entonces yo los embullaba, ninguno de los dos eran actores.  Bueno, el primero sí había hecho teatro, pero no se considera actor. Él quiere más ser director, estoy hablando de Marcos. Quiso apoyarme, trabajar conmigo. Luego salió la oportunidad para mí de salir en un documental, y yo les propuse que parte de la historia que iban a contar sobre mí fuera que yo hacía un cortometraje (yo muy pilla). Y en días se creó todo: escribí el guion, preparamos la producción y el rodaje fue también como inmediato.

Con Un tipo como tú sí, desde un principio tenía esta intención de poner un cuerpo femenino trans en pantalla, de contar nuestras historias. Sentía que socialmente iba a tener un impacto, sobre todo en el colectivo de mujeres trans, así que pensé mucho en ellas. Traté de dar otros caminos, otras vías para las personas cis de cómo lidiar con nosotras. Lo dirigí con este muchacho (Marcos). Mi proceso es muy colaborativo, en parte soy la directora, pero igual debato con la gente que trabajo, y todas las ideas son aceptadas.

Cuando estábamos escribiendo el guion, Marcos y yo debatíamos porque él quería terminar el corto cuando mi personaje tiraba la puerta. Pero era un poco fuerte para mí terminar el corto ahí, no era un final feliz. Entonces luché bastante para que hiciéramos el resto de la historia, de que él la fuera a buscar, la llamara por su nombre, un poco redimir el personaje del hombre. Y luego, en la última escena, narrar el acercamiento entre estos dos mundos, al final todos convivimos en una misma sociedad, pero sí siento que hay una separación.

Un tipo como tú fue presentado en el 43 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Allí también recibiste un premio del Observatorio Latinoamericano de Realizadoras (OLAR). ¿Cómo lo enviaste al OLAR?

No sé cómo lo mandé al observatorio. Creo que alguien me lo recomendó. Pero no recuerdo mucho de eso. Lo mandé y me olvidé. De repente me dieron la noticia de que gané por mejor cortometraje. O sea, era un observatorio que era para mujeres de Latinoamérica que hacían cortometrajes y había productos muy buenos, entonces para mí fue bastante sorpresivo.

¿No esperabas tan buena recepción?

Con Un tipo como tú todo fue una gran sorpresa, porque no pensaba que la gente lo iba a aceptar tanto. Yo sentía al principio del recorrido, de exhibir el corto, que yo no gasté ni un peso. Lo veía así, un poco estética trasha, ¿no? Sentía que no podía avanzar mucho con él. Pero me sorprendió y tuvo muy buena aceptación. Yo creo que la gente supo apreciar más la esencia, la historia como tal, que lo técnico, lo visual; que la buena calidad de imagen o la buena calidad de sonido.

Por ejemplo, el primer evento que hice, lo hice en Casa Amarilla, y fue mucha gente. Titulé el evento “Chúpame la Teta”. También la gente sentía curiosidad: “¿De qué va este evento?”. Pero me sorprendió mucho que la recepción fue bastante buena. Y luego, con amigas trans, hicimos otra presentación que se llamó “Lecturas del Pene”, y otra que se llamó “Una Mujer Llamada Deseo”. La recepción del corto en ellos fue bastante buena.

¿Y cómo fue la creación de Ultraviolencia?

Con Ultraviolencia fue lo mismo. Fui a visitar a un señor que estaba en el hospital ingresado y que una amiga había pedido por WhatsApp que le llevaran comida. Yo vivía cerca, ¿por qué no? Había escuchado de él, que era un hombre intelectual, pensé que conversar con él me iba a hacer bien. Entonces, cuando lo fui a visitar, me dice que había hecho un guion y que, de hecho, se filmó, se hizo un corto, pero que luego todo se cayó y que nunca hicieron el montaje, el material se perdió. Cuando me habla del argumento de este guion, la historia me atrapó.

Me atrajo esta cosa de que una mujer pone un anuncio, en ese caso era en un periódico, para que la fueran a matar, y bueno, el trasfondo de este guion original era más filosófico, de esta corriente del pesimismo y de no tener sentido la vida. Entonces le pregunté si podía hacer una adaptación, algo más moderno, un poco juvenil incluso.  Él me dijo que sí y hablé con el actor (Chezca Zana) y aceptó.

Luego, cuando estaba haciendo el montaje en la postproducción, me empezaron a caer ideas y como que lo empecé a sentir mucho más profundo de lo que había pensado, de la intención que había tenido en un principio. Fue algo muy loco para mí porque no lo había planeado. Siento que ese material tiene eso, tiene una capa muy superficial, muy de fábula, pero luego abajo tiene algo muy doloroso, que muchas personas no hablan, pero pasan por ahí.

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