Cristina Díaz Erofeeva & Jorge Ferrer: Ochenta y ocho horas, casi cien

Artes visuales | 26 de febrero de 2024
©Tania Bruguera en el museo Hamburger Bahnhof, en Berlín / Imagen: Jacopo LaForgia. Cortesía. Museo Hamburger Bahnhof

Estos primeros días de febrero, Tania Bruguera tomó por asalto el museo Hamburger Bahnhof, un templo del arte contemporáneo en Berlín. Lo hizo con la performance Where Your Ideas Become Civic Actions (100 Hours Reading The Origins of Totalitarianism), la misma que realizó en La Habana en mayo de 2015, cuando tenía la puerta de la casa taponada por retenes sucesivos de la Seguridad del Estado que le impedían salir a la calle. Y si salía, ¡zas!

Hannah Arendt y su libro seminal sobre el totalitarismo la acompañaron entonces en Tejadillo #214, junto a otros lectores y activistas, a lo largo de cien horas de lectura. Cien horas seguidas. Cien horas sin pausa. Horas de lectura y comentario. De dicho y glosa. De texto y escolio. El de Arendt es una carga de profundidad en la barriga totalitaria. Lo de Tania es la mecha. Juntas: ¡boom! Una explosión que sacudió Berlín, como no pudo sacudir La Habana, pero esa explicación está también en Arendt, cuyo nombre es igualmente el de INSTAR, el «Instituto de Artivismo Hannah Arendt» fundado por Bruguera para canalizar, multiplicar, dinamizar sus acciones en el campo del activismo desde el arte: ¡instar!

Pero no fueron Arendt y Bruguera con sus bolsillos llenos de onomatopeyas las dos únicas dinamitas en el Hamburger Bahnhof. El aire de los tiempos está cargado de gas, porque el mundo es un apartamento con el ambiente muy enrarecido en la planta 2024 del asaltacielos de la historia, y cada chispa es una incitación a hacer saltar la santabárbara por los aires. Esta vez fue la cuña antisemita la que reventó la performance para quitar la palabra a una intelectual judía en un episodio que le echa más leña al fuego vivo del arte de Tania. «Palestine Will Set Us Free», abrieron pancarta los activistas en medio del Hamburger. «¡Hamás!», debió haber gritado alguien ahí aspirando la hache y a que se fueran.

Performance 'Where Your Ideas Become Civic Actions (100 Hours Reading The Origins of Totalitarianism)' / Imagen: Jacopo LaForgia. Cortesía. Museo Hamburger Bahnhof
©Performance ‘Where Your Ideas Become Civic Actions (100 Hours Reading The Origins of Totalitarianism)’ / Imagen: Jacopo LaForgia. Cortesía. Museo Hamburger Bahnhof @Jacopo La Forgia

Tania no se achicó, desde luego. Ninguna de las Tanias. Tampoco la performer Tania Bruguera. Que era ahí, en el set de su espectáculo, una Gioconda sobre cuyo rostro los activistas iban a derramar pintura, sopa o lo que segregara su afán de ser vistos. El hollywoodense momento de la artista preguntándole a uno de los manifestantes semipalestinos: «Are you having a gun? Are you going to kill me?» y la posterior suspensión del acto de cien horas cuando cumplía la hora ochenta y ocho convirtieron esta performance en un conspicuo acto hiperpolítico. Lo real encaramado a lo real produce lo hiperreal, al decir de Baudrillard. Otro tanto le sucede a la política sentada a horcajadas sobre la política y clavándole las espuelas en los flancos, el izquierdo y el derecho: produce lo hiperpolítico. Y de la misma manera que las utopías y las antiutopías se malquieren, pero a la vez se necesitan, como reguetoneros en una pelea de gallos, el diálogo razonado y el escupitajo en la cara viven bien con la renta básica de la construcción de sentido en ese streaming sin parar que es la vida que malvive, píxel a píxel, en los teléfonos del mundo.

«Para mí, esta es mi mejor obra», nos ha dicho ahora.

Tania tendrá que rumiar lo que sucedió allí. Aquí. Quien la ha visto trabajar, quienes la hemos visto pensar y zamparse la realidad y el relato a bocados, sabemos que lo que pasó allí, aquí, acabará integrado en la máquina de sentido que es la obra de Tania Bruguera, performer, arte y artista, acto y activismo. ¡Qué se prepare el próximo al que le toque! Porque en el hilo de sus futuras onomatopeyas se van a juntar letras que sonarán a húngaro, pero no regalarán la dulzura del Tokaji.

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Un par de jornadas antes, cuando llegábamos allá arrastrando nuestras maletas por la Invalidenstrasse que une la Estación central de ferrocarriles con el museo, el traqueteo de las ruedas sobre la acera cesó de repente, porque la voz de la performance, que ya estaba en marcha, se derramaba sobre la calle por sendos altavoces que crecían entre los árboles. Así son las performances de Tania Bruguera (La Habana, 1968): ocupan de tal manera las ciudades donde operan que modifican el paisaje interviniéndolo, haciéndolo mutar, transformándolo durante unas horas, unos meses; a veces con las ganas y tal vez también la suerte de hacerlo para siempre.

Where Your Ideas… opera con tres herramientas, más la mencionada mecha, que iba vestida de negro incombustible. Estas eran un sillón habanero, un micrófono con su alambre largo que se pierde fuera del cuadro y un ejemplar manoseado y por manosear de Los orígenes del totalitarismo.  

El resto es fiesta. La fiesta de hacer revolución. Y sobre todo la de hacerle contrarrevoluciones a las revoluciones. Decenas de personas, la mayoría artistas, estudiosos de Arendt y/o el totalitarismo, periodistas, escritores. El pelotón filopalestino por añadidura. También, transeúntes. O, mejor, todos transeúntes en la pasarela tendida por la artista.

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