Miguel Sirgado: Mirada profunda a la obra de Zilia Sánchez
Desde tiempos inmemoriales, la dualidad del universo ha sido una preocupación constante para la mente humana. Desde los primeros filósofos griegos hasta los escritores y artistas contemporáneos, esta reflexión ha persistido en el imaginario colectivo. ¿Qué implican el bien y el mal, el Yin y el Yang? ¿Cómo interactúan la luz y la oscuridad? ¿Cuál es el papel del orden y el caos en nuestra percepción del cosmos?
Así las cosas, las interrogantes se extienden a la duplicidad de la existencia (la vida y la muerte) y del entorno que habitamos, incluyendo la dicotomía de lo masculino y lo femenino.
Gran parte de la emblemática obra de Zilia Sánchez —la artista cubana de 98 años que actualmente reside en Puerto Rico— se mueve en esta dirección. Sus lienzos tensados sobre estructuras invisibles de madera evocan formas polarizadas que remiten al cuerpo y sus siluetas, sin perder su esencia abstracta. Pero sus creaciones también abordan cuestiones como sociales, la duplicidad de género, la religión frente a lo pagano y la construcción de la identidad.
El Instituto de Arte Contemporáneo de Miami (ICA Miami) expone hasta octubre una extensa muestra de la obra de esta artista nacida en La Habana en 1926. Bajo el título de “Zilia Sánchez: Topologías / Topologies” la exhibición reúne una treintena de piezas ejecutadas entre 1950 y 1996, y se complementa con un catálogo que incluirá nuevas fotografías, ensayos académicos sobre Sánchez y material de archivo.
Reconocida como una voz singular en el modernismo latinoamericano de la posguerra y la abstracción geométrica, la dinámica de la práctica pictórica de Sánchez es desplegada en esta exposición con sorprendentes trabajos que denotan su continuo afán de experimentación.
“Deseábamos presentar a una artista tan relevante con la profundidad que merece, mostrando cómo sus innovadoras obras responden siempre a momentos socioculturales concretos”, explica Gean Moreno, Director del Centro de Arte + Investigación de la institución . “También creemos que por su vinculación tanto con Cuba como con Puerto Rico, presentar las obras de Zilia Sánchez en esta ciudad tenía mucho sentido para las numerosas comunidades cubanas y puertorriqueñas, y la inmensa población de otros países de Latinoamérica [asentadas en Miami]”.
Moreno agrega que esta exposición, además, se alinea con uno de los objetivos fundamentales del ICA: reconsiderar lo que constituye exactamente el arte caribeño y en el caso de Sánchez, cómo la expansividad de la obra mostrada se entrelaza con ese concepto.
“Esta muestra puede ciertamente entenderse en relación [y dentro del contexto] de una serie de otras exposiciones que hemos producido en los últimos años, por ejemplo, las de Agustín Fernández, Herve Telemaque, Denzil Forrester, Betye Saar y otros tantos”, asegura Moreno.
Los cuadros y “esculturas” de Sánchez expuestos en todo el segundo piso del ICA revelan elementos recurrentes en su praxis artística, algunos más reconocibles que otros. Las curvas, los montículos que evocan paisajes lunares contrapuestos al cuerpo femenino, su entendimiento de las religiones afrocubanas y su inefable pasión por la geometría visual.
“Las obras más antiguas de la exposición datan de 1954 y las más recientes de 1998. [Hemos dividido la muestra en] cuatro bloques distintos de obras: los famosos lienzos tensados, (la mayoría de los años 1970, 1980 y 1990), un grupo de pinturas abstractas de técnica mixta que combinan materiales experimentales como cera y arena (de los años 1960), así como sus abstracciones de los años 1950, y otra serie de los años 1950, titulada ‘Afrocubanos’”, explica Stephanie Seidel, co-comisaria de la exposición.
Seidel enfatiza en la voluntad del museo de mostrar una amplia panorámica de la prolífica obra de Zilia, durante más de siete décadas de trabajo.
“Esta es una pequeña ventana a su obra: por una parte mostramos piezas más conocidas (como ‘Lunar con Tatuaje’ o ‘Lunar V’, que formó parte de la exposición ‘Radical Women’ en el Hammer Museum y el Brooklyn Museum) junto a obras que no se habían expuesto públicamente en décadas, como la serie ‘Afrocubanos’ y otras abstracciones tempranas de los años 1950 [que son menos conocidas]”.
En sus años habaneros, Sánchez formó parte de un grupo de artistas que pretendía dejar atrás la pintura figurativa, estilo dominante en las generaciones anteriores. En su lugar, movilizaron la abstracción como propuesta contestataria e innovación formal. Eran años convulsos en Cuba, con la instauración del gobierno de Fulgencio Batista y la resistencia de una joven generación de estudiantes, artistas y líderes cívicos. En este ambiente Sánchez desarrolló propuestas formales cada vez más complejas y comenzó a ensayar nuevos lenguajes abstractos.
“Aquí logramos reunir por primera vez un nutrido grupo de estas obras con el objetivo de ampliar la comprensión del extenso alcance y amplitud de la práctica de Sánchez”, asevera Moreno.
La artista abandonó Cuba en 1960, un año después de la instauración de la dictadura de Fidel Castro, y se mudó a Nueva York, donde se convirtió en miembro activo de la escena cultural de artistas y escritores emigrados. Trabajó como diseñadora gráfica y escenógrafa teatral, mientras seguía desarrollando y exponiendo sus pinturas. Experimentando con materiales no tradicionales, como serrín, resina y cera, Sánchez creó una serie de pinturas de técnica mixta relacionadas con los cuatro elementos, como “Agua” (1961) y “Tierra” (1968), junto a temas más abstractos como los que suponen “Ecuación” (1963) y “Sucesión” (1966).
En 1966, Sánchez se mudó a Madrid, con la ayuda de una beca de la Fundación CINTAS, para estudiar conservación y restauración. Comenzó a desarrollar el estilo que caracterizaría su obra. Lienzos tridimensionales de formas sensuales, sus pinturas de este periodo combinan la abstracción geométrica con connotaciones sociales, biográficas, emocionales y eróticas, como sugieren obras cuyos títulos hacen referencia a “Eros” y “Amazonas”.
Desde 1971, Sánchez vive y trabaja en San Juan de Puerto Rico. Las obras que ha creado allí están marcadas por un enfático abrazo a la forma femenina, desafiando las rígidas y racionales convenciones del modernismo europeo con una visión sensorial y feminista de la abstracción geométrica.
“Concretamente esta muestra nos ha dado la posibilidad de ampliar nuestra visión sobre la extraordinaria obra de Sánchez. Hasta ahora, la mayoría de la gente sólo conoce su trabajo sobre lienzo tensado. Queremos destacar otros tres conjuntos de obra que precedieron a este grupo y que muestran cuán vasta e insondable es la obra de Zilia Sánchez”, concluye Moreno.
Publicación fuente ‘Artburst’
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