VVAA.: ¿Puede una Bienal respetar la diferencia en un país que reprime la disidencia? Sobre la Bienal de La Habana

Archivo | Artes visuales | 17 de septiembre de 2024
©Hamlet Lavastida, ‘Cultura Profiláctica’ , 2021

La importante revista e-flux publica este documento firmado por Solveig Font, Coco Fusco, Celia Irina González, Hamlet Lavastida, Julio Llópiz Casal y Yanelys Nuñez Leyva sobre la Bienal de La Habana 2024, sobre su inmoralidad e instrumentación política.
Aquí les va. Léanlo, que no tiene desperdicio.

Cuba acogerá en noviembre su decimoquinta bienal internacional de arte, con el tema “Horizontes compartidos”. Según un comunicado emitido por los organizadores en junio de 2024, el evento se concibe como “una red efectiva que apuesta por una coexistencia basada en el respeto a las diferencias y el valor de otros saberes y formas de existencia y resistencia alejadas del modelo dominante”.1 Concebida originalmente en la década de 1980 como una respuesta de la “periferia” a los eventos internacionales de arte que alguna vez excluyeron al Sur Global, la Bienal de La Habana ha servido durante mucho tiempo como trampolín para impulsar a los artistas cubanos a la arena internacional. Sin embargo, en los cuarenta años transcurridos desde su creación, la mayoría de los eventos de arte internacionales en Europa y América del Norte se han vuelto más inclusivos del arte de contextos no europeos, y la situación en Cuba ha cambiado drásticamente desde los tiempos en que se beneficiaba del subsidio soviético. A la luz de este panorama alterado, tiene sentido preguntarse qué propósito podría tener la Bienal de La Habana en la actualidad.

En una publicación de 2020 sobre las bienales de arte contemporáneo, el sociólogo austríaco Oliver Marchant elogió la exposición cubana como una “bienal de resistencia” paradigmática que surgió desde dentro de un régimen autoritario. Sin embargo, la lectura redentora de Marchant se centró exclusivamente en las primeras iteraciones de la bienal 2, no en su evolución en la era poscomunista. En los primeros años, los organizadores de la Bienal de La Habana aprovecharon sus asociaciones con artistas y críticos declaradamente izquierdistas como Achille Bonito Oliva y Luis Camnitzer para lograr credibilidad. Los invitados extranjeros acudieron en masa para celebrar lo que se les presentó como una vanguardia socialista tropical liberada de las presiones del mercado del arte capitalista. En la actualidad, los organizadores de la bienal capitalizan los vínculos con coleccionistas y estrellas del arte. La alianza con el artista mexicano Gabriel Orozco, por ejemplo, ha allanado el camino para las relaciones con importantes galerías mexicanas y la Feria de Arte ZonaMaco, que ahora cuenta con la ex curadora de Havana Art Weekend Direlia Lazo como su directora artística. Mientras tanto, el gobierno mexicano acaba de regalar una mansión en Ciudad de México al gobierno cubano para un nuevo centro cultural dirigido por el ex presidente de la Unión de Artistas y Escritores de Cuba Miguel Barnet.

Entre los principales patrocinadores internacionales de la Bienal de La Habana se encuentran también varios coleccionistas con importantes colecciones de arte cubano que tienen un claro interés en defender los eventos culturales que aumentan el valor de lo que poseen. Este interés por cultivar la financiación extranjera del arte cubano comenzó en la década de 1990, cuando el apoyo de las fundaciones europeas disminuyó y las asignaciones del presupuesto estatal se desplomaron. Si bien los vínculos con el mercado internacional del arte han permitido al Ministerio de Cultura mantener su control hegemónico sobre las artes, el impulso por capitalizar el arte cubano ha producido algunos sucesos escandalosos, como el robo de setenta y una obras de arte del Museo Nacional de Bellas Artes en 2014 y su posterior puesta a la venta en Miami, lo que llevó a la destitución del entonces Ministro de Cultura Rafael Bernal Alemany.

La evidencia de tales actos de corrupción por parte de funcionarios del Ministerio de Cultura ha contribuido a la pérdida de confianza en las instituciones estatales. Lo mismo ha sucedido con los designados para puestos en el Ministerio de Cultura en los últimos diez años, porque son ampliamente percibidos como gestores ideológicamente responsables pero inadecuados y carentes de visión artística. Pocos artistas cubanos pueden olvidar la forma en que el Ministro de Cultura atacó físicamente a los artistas fuera de la sede del ministerio en enero de 2021; tampoco se les escapa que rara vez se le permite hablar en público 3. La curadora cubana Solveig Font, que pasó varios años trabajando para la Unión de Artistas y Escritores de Cuba antes de abrir un espacio de arte independiente en su apartamento en 2014, señala que cuando dejó su trabajo en el gobierno, era un secreto a voces que los artistas cubanos habían perdido el interés en trabajar con instituciones estatales y que, en cambio, buscaban posibilidades más allá del circuito oficial de galerías y museos 4. En la actualidad, los profesionales de las artes cubanas en el país y en el extranjero adoptan una variedad de posiciones diferentes sobre si una bienal de La Habana en 2024 es beneficiosa y, de ser así, para quién. Hay quienes sostienen que la bienal es una forma de “lavado de imagen” que oculta las operaciones represivas del Estado cubano. Hay otros que sostienen que la bienal es el medio más eficaz para canalizar oportunidades e ingresos a los artistas cubanos necesitados y que un boicot contra ella perjudica más a los artistas que a las instituciones estatales. Y todavía hay algunos partidarios de la autonomía artística absoluta que insisten en que participar en la bienal no debería tener ninguna implicación política.

Como profesionales de las artes cubanos y cubanoamericanos con una larga historia de participación en las instituciones estatales cubanas, consideramos que la actual crisis política y económica de Cuba constituye causa suficiente para cuestionar las implicaciones de organizar una bienal en la isla. ¿Qué significa para una entidad estatal proponer un evento artístico que defienda la diferencia y la resistencia en un país con más de mil presos políticos, donde los movimientos de oposición y la expresión creativa crítica están prohibidos, los artistas están censurados y las publicaciones en las redes sociales contra el gobierno pueden llevarte a la cárcel? Reconocemos que Cuba no es el único país con presos políticos que busca organizar una bienal; Turquía y China también entran en esta categoría. Pero Cuba es el único de estos países que continúa vendiéndose a sí mismo como un experimento político radical destinado a erradicar la desigualdad, a pesar de que es un estado de partido único con el porcentaje más bajo de miembros del Partido Comunista de cualquier país nominalmente comunista y no permite otros partidos políticos, lo que en efecto crea un apartheid ideológico que criminaliza a cualquier oponente político. Las bienales de arte son ampliamente concebidas como foros para la experimentación y el pensamiento crítico; ¿Hasta qué punto se puede lograr esto con el patrocinio de un gobierno autoritario al borde del colapso? Si la Bienal de La Habana es una Villa Potemkin, ¿qué significa entonces para los artistas cubanos participar? ¿Qué papel se le ofrece al invitado extranjero?

En las últimas seis décadas, los cubanos han tenido que hacer frente a muchas penurias, pero las privaciones de los últimos cinco años son las peores que han enfrentado jamás. La escasez de alimentos y combustible, los cortes diarios de electricidad, la inflación galopante, el colapso de los sistemas públicos de salud y educación y el deterioro de la infraestructura conforman una situación mucho más grave que el Período Especial de los años 90, cuando Cuba perdió los subsidios de la Unión Soviética. Según un estudio de 2023 del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, el 88 por ciento de la población vive en la pobreza extrema 5. La población se ha reducido casi un 20 por ciento desde 2022, debido en gran parte a la mayor ola migratoria de la historia del país: más de un millón de personas se han ido en los últimos tres años. Ya sea que uno culpe a la mala gestión burocrática, a la caída de la industria turística durante la pandemia de Covid-19 o al embargo estadounidense por la escasez de alimentos, combustible y medicinas, la vida cotidiana se convierte en una pesadilla para una población que se ha cansado de las excusas que ofrece el Estado. Esas explicaciones son difíciles de digerir cuando a diario surgen pruebas del lujoso estilo de vida que disfruta una pequeña élite de cubanos vinculados con el ejército y sus empresas. Imaginar autobuses turísticos con aire acondicionado llenos de visitantes bien alimentados que recorren cada dos años barrios que carecen de electricidad y agua corriente, donde muchos se las arreglan con una comida al día, da que pensar, por decir lo menos.

El panorama político de Cuba es igualmente sombrío. Durante un breve período de optimismo provocado por el acercamiento entre la administración Obama y el gobierno cubano en 2015, muchos cubanos creyeron que la ampliación de las libertades y las oportunidades económicas era inminente. Pero los miembros de la línea dura dentro del gobierno cubano dirigieron la política en la dirección opuesta, reprimiendo las iniciativas independientes justo cuando Trump asumía la presidencia y revocaba gran parte de la legislación que Obama había puesto en vigor. La llegada al poder del presidente cubano Miguel Díaz-Canel en 2018 coincidió con el anuncio de nuevas leyes dirigidas a artistas, músicos, cineastas y periodistas independientes, todas ellas diseñadas para criminalizar la expresión cultural hecha pública sin autorización previa del Estado. Las protestas de los artistas cubanos contra estas leyes que comenzaron en 2018, seguidas del levantamiento masivo de julio de 2021, resultaron en cientos de arrestos y una ola de expulsiones forzadas del país. Entre los más de mil presos políticos de Cuba hay dieciséis artistas. Cientos de artistas, escritores y activistas han huido, y a muchos de ellos no se les permite regresar. Un código penal actualizado incluye sanciones contra cualquier ciudadano cubano que critique al gobierno en las redes sociales: un influencer arrestado en 2023 enfrenta actualmente una posible sentencia de diez años por convocar manifestaciones en Facebook 6. En junio de este año, el gobierno cubano anunció que los ciudadanos podrían ser despojados de su nacionalidad por participar en «actividades antisocialistas» en cualquier parte del mundo 7. Las últimas regulaciones para las MIPYMES (empresa privada cubana) prohíben negocios culturales independientes como galerías, salas de conciertos, librerías, bibliotecas y teatros 8. Cómo estas condiciones encajan con el respeto por la diferencia propuesto por la bienal es una incógnita.

La Bienal de La Habana no es el único evento cultural internacional que se realiza en el contexto de extrema necesidad que vive la isla. Si antes el principal propósito de los festivales de arte, música y cine era presentar a Cuba como una superpotencia cultural, ahora prevalece el objetivo de atraer extranjeros con divisas. Lis Cuesta, esposa del presidente Díaz-Canel, ha asumido un papel protagónico en la promoción de eventos musicales y culinarios como el Festival Cuba Sabe, celebrado en febrero de 2024 en el Hotel Iberostar, diseñado exclusivamente para huéspedes internacionales. En 2023, el gobierno cubano organizó el Santa María Music Fest en el Cayo Santa María, un lugar turístico prácticamente inaccesible para los locales. Las entradas para los eventos musicales se comercializaron junto con paquetes de viajes que incluían pasajes aéreos y hoteles propiedad de la agencia turística Gaviota, perteneciente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba.

La Bienal de La Habana se distingue un poco de estas recientes iniciativas de turismo cultural debido a sus esfuerzos de larga data por ofrecer alta cultura al público en general. Sin embargo, los organizadores nunca han tenido reparos en utilizar la exposición para cultivar relaciones con coleccionistas y profesionales del arte que provienen de las élites adineradas. La amable bienvenida brindada a los potenciales inversores no implica una exención de la vigilancia por parte del Ministerio del Interior de Cuba, como lo demuestran los artistas Yeny Casanueva y Alejandro González en el Catálogo de Obras #1 (2009), que consiste en registros policiales reales de la Bienal de La Habana de 2006. Los curadores extranjeros y los funcionarios diplomáticos son todos monitoreados de cerca. No obstante, los esfuerzos del Ministerio de Cultura por comercializar el arte cubano mediante el fortalecimiento de las relaciones con los galeristas y coleccionistas extranjeros son fundamentales para su supervivencia económica y su función política como el único árbitro que determina qué artistas afincados en la isla tendrán acceso a compradores y oportunidades profesionales.

El giro mercantil en los asuntos del Ministerio de Cultura comenzó con el establecimiento de la Fundación Ludwig en Cuba en 1995, fundada por los mecenas de arte alemanes Peter e Irene Ludwig después de que se interesaron en el arte cubano y comenzaron a acumular una importante colección. Desde 2015, la franquicia de galerías italiana Continua ha operado un espacio sin fines de lucro en La Habana cuyo objetivo, según su sitio web, «es alentar a la humanidad a viajar, no solo al arte. Queremos que los artistas vengan a Cuba de todo el mundo para ‘respirar el aire'»9. Entre los principales inversores en arte cubano contemporáneo con fuertes vínculos con la isla se encuentran Nivaldo Carbonell, un millonario cubano exiliado que encabeza el Fondo de Arte Joven de Cuba y exhibe su colección en su Galería de Arte NG en la Ciudad de Panamá; Eriberto Bettini, que exhibe a los artistas oficialmente sancionados Kcho y Manuel Mendive en su galería en Vincenza, Italia; José Sacramento, que promueve a los artistas cubanos en su colección privada desde su base en Ilhavo, Portugal; y Luciano Méndez Sánchez, ex director del Banco Sabadell en La Habana, que ha reunido una colección de arte cubano de más de trescientas obras, muchas de las cuales ha donado a un museo en Salamanca. Los patrocinadores estadounidenses de la bienal lideran la forma de organizar viajes para atraer a visitantes adinerados al evento, de quienes se espera que compren obras mientras estén en la isla: Art Tours de Cuba VIP Travel promete en su sitio web ayudar a los visitantes con las adquisiciones, la documentación de exportación, la obtención de licencias estadounidenses y el envío 10.

No todos los extranjeros que acuden a la Bienal de La Habana con la intención de comprar arte; muchos visitantes buscan participar del mito de la Revolución cubana a través del compromiso social. Si bien antes ese compromiso significaba unirse a brigadas de voluntarios para cortar caña de azúcar o cosechar café, Cuba ahora ofrece oportunidades para que los artistas extranjeros participen en trabajos sociales orquestados por el Estado y diseñados para abordar los males sociales percibidos. La bienal de 2024 incluye una convocatoria de propuestas para residencias de dos semanas en Punto Naranjo, en San Antonio de los Baños, en las que se invita a los artistas extranjeros a desarrollar proyectos que utilicen el arte para objetivos como reducir la hipertensión y el consumo de alcohol, atraer a personas mayores y niños y promover la eliminación adecuada de la basura. La iniciativa es una colaboración con el Proyecto Sociocultural Cabildo Quisicuaba, una iniciativa patrocinada por el gobierno destinada a la reintegración de los afrocubanos pobres. Al mismo tiempo, las autoridades cubanas restringen el acceso de los extranjeros a disidentes afrocubanos como Manuel Cuesta Morúa, que abordan regularmente los mismos problemas.

Algunos cubanos negros experimentaron un aumento en su nivel de vida durante las primeras tres décadas de la Revolución Cubana. Sin embargo, desde la década de 1990, la creciente dependencia de las empresas turísticas donde los trabajadores negros no son bienvenidos, junto con la creciente dependencia de las remesas familiares, que benefician casi exclusivamente a los cubanos blancos, ha contribuido al empobrecimiento de la población afrocubana, lo que a su vez ha engendrado un descontento masivo. La gran mayoría de los cubanos que salieron a las calles en julio de 2021 para exigir la libertad eran jóvenes y negros, y cientos de ellos siguen en prisión. El llamado de la bienal a utilizar el arte como intervención terapéutica se hace eco de las tendencias recientes en Estados Unidos y Europa, pero en este contexto, habla de un esfuerzo realizado por el Estado cubano para poner en primer plano su propia visión de la intervención antirracista por encima de los esfuerzos independientes de los ciudadanos cubanos para abordar el racismo estructural y otras desigualdades sociales en Cuba, esfuerzos que han sido prohibidos por el Estado.

Los funcionarios del Ministerio de Cultura y el ala de contrainteligencia de la seguridad estatal cubana que los supervisa son muy conscientes de que la exhibición de “autonomía artística” es clave para atraer a los entendidos del mundo del arte internacional, y han demostrado a lo largo de los años su habilidad para promover su propia versión de exposiciones y espacios “independientes”, al tiempo que intensifican los esfuerzos para censurar proyectos considerados políticamente controvertidos. Las Bienales de La Habana de los últimos años incluyeron espacios fuera de los museos y galerías estatales: una de las iniciativas más exitosas fue la exposición al aire libre “Detrás del Muro” a lo largo del Malecón de La Habana, curada por el difunto Juanito Delgado. Sin embargo, existe una diferencia importante entre los proyectos sancionados por el estado que se ejecutan fuera de los espacios estatales y las exposiciones y eventos iniciados por artistas que se llevan a cabo en casas particulares.

En los años 90, los artistas cubanos comenzaron a desafiar el monopolio estatal sobre los espacios de exhibición y las decisiones curatoriales, organizando exhibiciones y performances en sus hogares y en espacios ocupados temporalmente. Una pionera en este empeño es Sandra Ceballos, quien fundó el Espacio Aglutinador en 1994 en su pequeño apartamento para eludir la censura estatal. Siguió montando exhibiciones con artistas marginados y controvertidos hasta hace poco, cuando una nueva legislación lo hizo demasiado arriesgado. Otros artistas han montado exhibiciones en sus hogares y estudios de manera ad hoc. En 2018, en respuesta a la postergación por parte del Ministerio de Cultura de la Bienal de La Habana que se había programado para ese año, los miembros del Movimiento San Isidro organizaron su propia bienal de arte independiente, lo que indignó a los funcionarios del Ministerio de Cultura y provocó múltiples intentos de cerrarla y amenazar a los participantes. INSTAR (The Hannah Arendt Artivism Institute), la organización cultural sin fines de lucro fundada por Tania Bruguera en 2015, fue objeto de niveles crecientes de amenazas y acoso, lo que llevó al cierre final de su espacio físico y a un cambio hacia actividades en línea y exposiciones en el extranjero, incluida su memorable contribución a Documenta en 2022.

A pesar del supuesto respeto por la diferencia de la Bienal de La Habana, la actuación de los artistas cubanos Lázaro y César Saavedra, programada para presentarse en el teatro Ciervo Encantado en julio, acaba de ser censurada por el Consejo Nacional de las Artes Teatrales 11. Y mientras la mayoría de los artistas cubanos que encabezaron las protestas contra la represión estatal de los esfuerzos culturales independientes se han visto obligados a exiliarse, el rapero Maykel Osorbo, ganador de dos premios Grammy, continúa cumpliendo una condena de nueve años en la prisión de máxima seguridad Kilo 8 en Pinar del Río, mientras que el artista de performance ganador del Premio Príncipe Claus de Impacto Luis Manuel Otero Alcántara cumple su condena de cinco años en la prisión de máxima seguridad de Guanajay. Para nosotros, profesionales de las artes cuyas vidas y carreras se han visto profundamente afectadas por las maquinaciones del Estado cubano en la esfera de la cultura, cuyas familias han soportado múltiples formas de penuria, desde privaciones materiales, represión y encarcelamiento hasta el exilio, es difícil no percibir las intenciones detrás de la Bienal de La Habana 2024 como un esfuerzo cínico por orquestar una simulación de autonomía creativa y compromiso social. A pesar del talento de los jóvenes artistas que permanecen en la isla, el Ministerio de Cultura persiste en sus esfuerzos por seducir al capital extranjero traficando con los mitos de una revolución muerta hace mucho tiempo. Con su exhibición de proyectos de práctica social ubicados en San Antonio de los Baños, donde comenzó la protesta más grande en la historia de Cuba hace apenas tres años, la Bienal de La Habana 2024 está siendo diseñada para desviar la atención internacional de los persistentes abusos de los derechos humanos en nuestro país y su esfuerzo sostenido por erradicar las voces críticas en la cultura cubana. No buscamos impedir que el gobierno cubano lo haga, solo dejar que el resto del mundo conozca la verdad que se esconde detrás de su máscara.

Notas

  1. https://www.biennialfoundation.org/2024/05/15th-bienal-de-la-habana-shared-horizons/ ↩︎
  2. Oliver Marchant, “La globalización del arte y las ‘Bienales de Resistencia’: Una historia de las bienales desde la periferia”, On Curating , núm. 46, junio de 2020 ↩︎
  3. https://www.cibercuba.com/noticias/2021-01-27-u1-e129488-s27061-funcionarios-golpean-jovenes-mincult ↩︎
  4. Solveig Font, “La razón no valía”, Confabulario , octubre de 2023. 
    ↩︎
  5. https://www.infobae.com/america/america-latina/2023/09/29/un-informe-asegura-que-el-88-de-los-cubanos-vive-en-la-pobreza-extrema/#:~:text=El%2088%20%25%20de%20los%20ciudadanos,carencias%20para%20adquirir%20productos%20b%C3%A1sicos ↩︎
  6. https://www.swissinfo.ch/spa/la-fiscal%C3%ADa-cubana-pide-diez-a%C3%B1os-de-c%C3%A1rcel-para-una-influencer-cr%C3%ADtica-de-22-a%C3%B1os/80260161 ↩︎
  7. https://elpais.com/america/2024-06-26/la-nueva-ley-de-migracion-cubana-abre-la-puerta-al-despojo-de-la-ciudadania-a-opositores-politicos.html# ↩︎
  8. https://diariodecuba.com/cultura/1724182205_56696.html ↩︎
  9. https://www.galleriacontinua.com/about/habana/history ↩︎
  10. https://www.cubaviptravel.com/art ↩︎
  11. https://diariodecuba.com/cultura/1722461790_56348.html#google_vignette ↩︎

Solveig Font es una curadora cubana exiliada en Madrid. Es fundadora de la Galería de Arte Avecez en La Habana y miembro del Colectivo Forma Foco.

Coco Fusco es una artista y escritora cubano-estadounidense, y profesora en la Escuela de Arte Cooper Union de Nueva York.

Celia Irina González es una artista cubana radicada en la Ciudad de México. Forma parte del dúo artístico Celia y Junior. En su arte explora las formas en que las instituciones moldean la vida de los ciudadanos.

Hamlet Lavastida es un artista cubano radicado en Berlín. Sus videos, collages, dibujos y arte público exploran la visualización de la ideología estatal, reinterpretando el papel de la retórica y la iconografía políticas cubanas en la cultura pública y centrándose en las formas en que la propaganda cubana moldea y distorsiona la historia.

Julio Llópiz Casal es un artista cubano exiliado en Madrid. Trabaja con instalación, performance, fotografía, vídeo y diseño. Es miembro fundamental del Movimiento 27N por la Libertad Artística en Cuba.

Yanelys Núñez Leyva es una activista cubana de derechos humanos y feminista exiliada en España. Cofundadora del Movimiento San Isidro, creó el Museo de la Disidencia en Cuba junto a Luis Manuel Otero Alcántara y la #00Bienal.