Ernesto Eimil: Cubano atrapado en Siria / ‘Mi preocupación es saber si me voy a despertar mañana’
Samir Mahmoud Gavira no parece cubano. Tiene acento árabe, una barba tupida al estilo de los beduinos y una cadencia de voz calmada, alejada del frenesí del Caribe. Pero lo es, o al menos lo es una parte importante de él. Samir nació en la isla, de madre cubana y padre sirio, hace ya 35 años. Prefiere que lo llamen con una castellanización de su nombre: «Me gusta Sami».
Vive en Latakia, una ciudad costera en el oeste de Siria, y desde hace días ha estado escribiendo a cuanto medio de comunicación independiente cubano conoce para contar su historia. «Pienso que puedo morir en cualquier momento. Si me escribes mañana quizá no te conteste porque ya no esté aquí», dijo.
Él y sus hermanas, que también tienen nacionalidad cubana, están atrapados en medio del conflicto entre lo que queda del régimen de Bashar Al-Assad, el Gobierno de Israel y las fuerzas rebeldes. Su región fue bombardeada el 15 de diciembre por el ejército israelí.
«En Tartus, donde vive una de mis hermanas, cayó una bomba tan fuerte que fue captada por los sismógrafos». Según el medio Al Mayadeen, se registró como un terremoto de 3.1 en la escala Richter. Sus hermanas tienen varios hijos y, al igual que él, buscan escapar. «Me preocupan esos niños. Tenemos que darles un futuro. Aquí no lo tienen», lamentó Sami.
Si tuviera que organizar sus preocupaciones por prioridad, Sami diría que la número uno es su seguridad. «Los rebeldes vaciaron las prisiones y de allí salieron asesinos y violadores. Hace poco entraron en mi casa y se robaron algunas cosas de valor».
Pasa muchas horas durante el día oculto en su cuarto de baño de dos metros de largo por dos de ancho. Las noches las sobrelleva debajo de las colchas y a la luz de las velas: casi nunca hay electricidad ni calefacción, y el frío es insoportable durante esta época del año.
Mira, esta foto es de esta mañana», escribió. Una de las ventanas de su casa estaba hecha pedazos, los fragmentos de vidrio regados por el suelo. Quizá fue una bala perdida o algún asalto que salió mal. Psicológicamente, afirmó, está igual que esa ventana, hecho añicos. Es un trauma, la conmoción de saber que tu vida puede acabar en cualquier instante, de vivir con miedo a que cualquier movimiento pueda ser el último.
La embajada hizo oídos sordos ante la crisis
Un mes antes de que los rebeldes empezaran a moverse por el norte de Siria, Sami contactó con la embajada cubana. Sabía que iba a pasar algo, quizá no sabía cuándo ni cómo, pero el aire de Latakia estaba enrarecido. Al parecer, las autoridades no le prestaron mucha atención.
La ciudad donde vive Sami era el hogar de la única base rusa en el Mediterráneo. Un lugar estratégico, de aguas calientes, y muy codiciado por el Kremlin. Reportes de prensa señalan que Assad escapó por Latakia y de allí viajó a Rusia.
Nadie predijo que la ofensiva relámpago de los rebeldes derrocaría a un régimen de 52 años en menos de 15 días. Probablemente, la embajada cubana en Damasco tampoco lo pudo prever. Uno de los funcionarios, en declaración no oficial, describió que pasaron un «infierno» para salir del país. Según el embajador brasileño en Siria, grupos rebeldes asaltaron la sede diplomática cubana. Los trabajadores de la embajada fueron evacuados al Líbano. Hasta el momento, el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex) de La Habana no se ha pronunciado al respecto.
Sami escribió a la embajada en varias ocasiones. Nunca obtuvo ayuda. La única solución que le dieron fue que, cuando fuera posible, le guardarían una plaza en un avión gestionado por el Gobierno cubano. Sami no explicó si ese avión tendría como destino a Cuba o a otro país, solo comentó que la plaza no sería gratis: tendría que pagarla él de su bolsillo.
El 18 de diciembre de 2024, agencias de noticias informaron que el aeropuerto de Damasco abrió por primera vez desde la caída de Assad. Por ahora solamente están disponibles los vuelos locales.
En febrero de 2023, cuando un terremoto devastó partes de Siria y Turquía, Sami aseguró que la embajada ayudó a los residentes en el país al hacerles el pasaporte cubano de forma gratuita. El hecho no pudo ser comprobado por elTOQUE de manera independiente. Durante esta nueva crisis humanitaria, la política con los pasaportes cambió.
«Ellos le piden a una de mis hermanas unos 250 USD para renovar su pasaporte, porque lo tiene vencido. Yo no tengo ese dinero. Imagínate, ¿cómo voy a pagar los miles de dólares que cuestan los vuelos?».
Para contrastar su versión de los hechos, elTOQUE contactó a la delegación de la embajada cubana en Siria, sin obtener respuesta.
No es la primera vez que los funcionarios diplomáticos abandonan a sus compatriotas en Siria. En 2012, Sami escribió junto a otro reportero una nota para Diario de Cuba que recopiló los testimonios de varias cubanas en el país. El contexto era la guerra civil que empezó en 2011. Las cubanas denunciaron bombardeos y enfrentamientos entre Assad y los opositores. En aquel momento, el embajador, Luis Marisy Figueredo, fue retirado debido al peligro.
Los nuevos jefes
En la tarde del 18 de diciembre de 2024, Sami compartió con elTOQUE un enlace de Facebook. «Estos son nuestros nuevos jefes», escribió.
El enlace muestra imágenes de un cementerio cristiano destrozado, posiblemente en Muhardah, en la región de Hama. La facción rebelde que está en el poder en esa zona es HTS (Hayat Tahrir al-Sham), la misma que, según el último mapa de poder de Siria publicado por la BBC, es la que manda en Latakia.
HTS es el grupo que actualmente tiene más protagonismo en la transición siria. Es señalado como organización terrorista por Estados Unidos, las Naciones Unidas y otros países. Los rebeldes han tratado de cambiar su imagen en la comunidad internacional y proyectar un aura de tolerancia y progreso que los diferencie de su pasado y del régimen de Assad.
Pero, al parecer, la misión no ha llegado o no es compartida por todos los soldados bajo su estandarte. Para referirse a ellos, Sami tiene miedo de decir su nombre en público, incluso en español. «Mira, te lo voy a deletrear: N-U-S-R-A. Tiemblo de solo decirlo».
HTS fue antiguamente conocido como el Frente Al-Nusra, que era una ramificación directa del grupo terrorista Al-Qaeda. Han tenido varios nombres con el paso de los años y el último de ellos es por el que ahora son conocidos. Según la BBC, el líder de HTS, Abu Mohammed al-Jolani, rompió relaciones con Al-Qaeda y se unió a otras facciones similares para crear lo que son en la actualidad.
En redes sociales encontramos varias noticias que hablan de que los rebeldes hicieron tratos con autoridades locales durante los días más duros del conflicto. El objetivo era que los ciudadanos hicieran sus vidas con normalidad en medio de los combates. Uno de los acuerdos se cerró en Muhardah, el pueblo de mayoría cristiana en el que supuestamente se vandalizó el cementerio. No sabemos si los acuerdos se mantienen o quién fue el autor de la destrucción en el camposanto. Los tiempos confusos, violentos e inciertos por los que pasa Siria hacen que sea difícil dirimir responsabilidades y que la justicia defienda a los vulnerables.
Sami critica a los «nuevos jefes», así como en su momento criticó al régimen de Assad. «Estuve detenido hasta en tres ocasiones por lo que publiqué en redes sociales contra la dictadura», recordó.
Sobre los rebeldes, relató que «están aplicando la Sharía», que es la ley islámica que regula los aspectos públicos y privados de la vida de los musulmanes. «Incluso se la imponen a los ateos. Tengo miedo porque tengo un tatuaje en el cuello y eso es mal visto. Tengo que cubrirme, ponerme una bufanda». Algunos sabios del islam recomiendan que los fieles no se modifiquen el cuerpo de ninguna manera.
«A una de mis hermanas la obligaron a ponerse el velo contra su voluntad», afirmó el cubanosirio. Este detalle fue confirmado por la hermana de Sami a Martí Noticias.
La conexión española
La principal esperanza de Sami recae en la embajada española en Siria. Él compartió con elTOQUE uno de los correos electrónicos que envió a los funcionarios de la embajada en el que les pedía interceder por él sobre la base de que tiene bisabuelos españoles. Lo que les solicitó es que aceleraran su trámite de Ley de Memoria Democrática por razones humanitarias para que así le concedieran la nacionalidad española.
La historia familiar de Sami es peculiar. Su padre es de la minoría alauita, la misma a la que pertenecían los Assad; su madre es cristiana, de ascendencia española y residente en Camagüey. En los años ochenta, su padre fue a estudiar Medicina a Cuba y allí conoció a su madre.
Desde hace un año está en el proceso de reunir la documentación necesaria para acceder a la ciudadanía ibérica. Hasta el momento, la sede diplomática española no parece haberle dado una respuesta clara sobre si lo ayudará o no.
Su otra opción sería viajar a Cuba, el país donde nació. En apariencia no tiene ningún lazo con la isla, salvo su madre. Quizá sepa más que muchos en Siria: conoce las historias de la crisis cubana y sabe de la escasez.
Actualmente, hay puntos en contacto entre la realidad de Sami y la de los cubanos. Ambas realidades tienen pocas horas de electricidad, mala conexión a Internet e inflación. «Compré pan y queso y ya gasté todo el dinero que tenía. Después de eso no sé qué voy a hacer». En Siria hay una guerra. En Cuba no.
«Para mí ir a Cuba no es una opción. No hay medicinas, no hay nada. ¿Qué sería de nosotros allí? No creo que estemos mejor allí que aquí. Mi preocupación ahora es otra: es saber si me voy a despertar mañana con vida», sentenció.
Publicación fuente ‘El Toque’
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