Orlando Freire Santana: A 45 años de un suceso que el castrismo quiere ignorar

En la historia reciente de Cuba se han producido sucesos que el castrismo quisiera ignorar, o que el paso del tiempo se encargue de borrar, para que las nuevas generaciones que no vivieron esos hechos no conozcan de las fechorías cometidas por nuestros actuales gobernantes. Son como una especie de trapitos sucios que la maquinaria del poder desearía que no salieran a la luz pública.
Nos referimos a los episodios del derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, el hundimiento del remolcador 13 de Marzo, y la penetración de cerca de 10.000 personas en la Embajada de Perú en La Habana, con la posterior saga de los mítines de repudio y la salida de los emigrantes por el puerto de Mariel.
Este 1 de abril arribamos precisamente al aniversario cuadragésimo quinto de los sucesos de la Embajada de Perú. Un acontecimiento que, desde su inicio, se escapó de los cálculos de las autoridades cubanas. El castrismo pensó, y así lo proclamó, que era un grupo de antisociales los que habían penetrado en la embajada, y en venganza, cuando la representación peruana les dio protección a esos cubanos, le retiraron la posta al edificio de la misión diplomática.
Claro está, las autoridades nunca concibieron que fuesen tantas las personas que querían abandonar la Isla. Al final tuvieron que dar su brazo a torcer, y colocaron un cordón de policías en los alrededores de la embajada para contener el aluvión de personas que llegaban incluso desde el interior del país con el propósito de penetrar en la sede diplomática.
Este hecho echa por tierra el discurso castrista que trata de justificar el éxodo de los cubanos por el «bloqueo» de EEUU. En 1980 la situación económica de la Isla no era tan crítica como hoy. La famosa tubería soviética encubría en parte las ineficiencias del régimen, y las consecuencias del embargo estadounidense no eran muy perceptibles en la sociedad.
La salida de cerca de 100.000 cubanos por el puerto de Mariel rumbo a las costas de la Florida demostró que nuestros compatriotas también se iban en busca de la libertad.
Aún sin reponerse de la sorpresa ante tan colosal emigración, el castrismo echó mano a su arsenal de odio y crueldad, y organizó los tristemente célebres mítines de repudio contra las personas que abandonaban la Isla, a los que no llamaba emigrantes, como lo hace hoy, sino escorias y viles delincuentes.
Escenas dantescas tuvieron lugar en todo el país por aquellos días. Golpes a los emigrantes, incluyendo a niños, ofensas verbales, además de huevos y otros objetos lanzados contra sus viviendas. En fin, todo tipo de tropelías contra personas que solo anhelaban abandonar el país de manera pacífica. Algo que, además, contradice el discurso oficial que acusa al Gobierno norteamericano de politizar el tema migratorio para atacar a la revolución cubana.
En verdad, no ha existido politización mayor de la emigración que esos mítines de repudio. Durante todo este tiempo transcurrido, nunca los gobernantes cubanos han expresado su arrepentimiento por semejante vandalismo, ni tampoco le han dedicado una disculpa pública a la diáspora por esas acciones. Han lanzado un manto del olvido sobre esas fechorías, y ahora tratan hipócritamente de obtener el apoyo de esa diáspora para afianzar su poder sobre la Isla.
Cada día somos menos por motivos de edad los cubanos que vivimos esa horrible etapa, y por tanto quienes podemos dar fe de ella. El discurso castrista, como es lógico imaginar, la pasa por alto.
Pensamos que resulta imprescindible que esos hechos no se borren de nuestra memoria histórica. Novelistas, teatristas, historiadores y otros creadores independientes tienen la misión de incorporar a sus obras temáticas que se relacionen con el ambiente de terror que vivió Cuba en aquellos días de 1980. Es un deber moral que tienen con las nuevas generaciones de cubanos, tanto con los que viven dentro como fuera de la Isla.
No podemos permitir que el silencio castrista logre borrar una página triste, pero importante, de la historia de Cuba.
Publicación fuente ‘Diario de Cuba’
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