La alquimia del alma se revela, más que como una exposición de objetos u obras (según un criterio museográfico determinado por la voz curatorial) como una experiencia estética y afectiva de profundas implicaciones culturales, humanas y antropológicas. Esta exposición, aunque cabría mejor decir “ensayo de reconciliación”, resulta un robusto tratado contra la amnesia y el sentido anémico de los bastiones del olvido. Para seguir leyendo…
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