Buena nota de Rojas para polemizar… «Me parecía en los 90 -y me sigue pareciendo hoy- que el lamento por la falta de nación tenía sentido si se entiende la nación como cuerpo y no como espíritu. Es decir, la nación, como ciudadanía heterogénea con un registro plural de derechos y un conjunto de valores compartidos, y no como una «identidad cultural» o como un sujeto ontologizado, llamado a cumplir una misión histórica. Esta última idea romántica de la nación, heredada del XIX, y que, con tensiones, sobrevivió a la generación de Ortiz y Mañach, era, a mi juicio, la misma que predominaba tanto en el discurso oficial de la isla como en la ideología anticastrista.»
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