Pedro Juan Gutiérrez es el último exponente de un modelo de literatura cubana que está agotado como género; cierta literatura cardinalmente habanera, donde la única fuerza de gravedad es la necesidad; esa clase de narrativa hiperrealista que fue un boom hace veinte o veinticinco años, quedando por estos días —con la venia de las editoriales extranjeras— congelada como un artefacto de época. Ficciones —ahora sin riesgo— que alguna vez necesitamos para construirnos una imagen de país terminal.Para seguir leyendo…
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