El Estado cubano sigue siendo tal y como hace algunos años los clasificaron Glick y Schiler: un ente hostil a su emigración, un Estado “denunciante”. Un obstáculo mayor a la maduración de nuestra sociedad transnacional. Y con ello, más sufrimientos, alejamientos, costos humanos, y oportunidades perdidas que, como, las flechas y las palabras, dicen los chinos, nunca regresan. Para seguir leyendo…
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