Aunque nuestra xenofobia se mostraba con la ligereza de los apodos (…), no me queda duda de que esto ha ido incrementando ese sentimiento y ha transformado al cubano en un ente inconscientemente xenófobo y provinciano. Muy adulón de cualquier extranjero porque en estos momentos representa algo desconocido a lo cual no se puede aspirar o la posibilidad de jineterismo, pero en su mayoría, una vez fuera del país, los cubanos se aíslan del resto de las comunidades que les rodean y se relacionan con ellas basándose en el desprecio o el temor a lo enigmático. Es el único propósito que el gobierno ha logrado con éxito tras tantos años. La carencia de una mezcla racial dinámica, por otra parte, daña el sistema inmune nacional. Para seguir leyendo…
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