Carlos Olivares Baró: Interviú a Jorge Dalton / En un rincón del alma del escritor
En un rincón del alma (With a Little Help My Friends Producciones El Salvador-Cuba, 2016), documental del cineasta cubano-salvadoreño Jorge Dalton se estrena en México el próximo 5 de junio en un homenaje que organiza el Instituto Mexicano del Cine (Imcine) al narrador, guionista y periodista Eliseo Alberto de Diego García Marruz, Lichi (Arroyo Naranjo, La Habana, Cuba, 1951-Ciudad de México, 2011) en la sede de la Cineteca Nacional de México.
Tomando como hilo narrativo a la Revolución cubana, el autor de Caracol Beach declama un monólogo frente a la videocámara en que una urgente meditación tiñe todas las premisas: Jorge Dalton filma los gestos del novelista cubano en un rincón de la sala de su última morada, el departamento que alquilaba en la colonia del Valle de la Ciudad de México. Eliseo Alberto explora su memoria y desarropa, desmitifica, uno de los capítulos políticos más trascendentes de Latinoamérica en el siglo XX: el arribo al poder de Fidel Castro.
Noventa y tres minutos de turbaciones galopantes. La emoción protagoniza cada fotograma: vemos a Lichi, cigarro en mano, inundando las pausas y relumbrando las estaciones que parecían extraviadas en los espejismos. Varios años cruciales de la segunda mitad del siglo XX cubano arropados en un alegato de conmociones agolpadas. La Habana de los cincuenta, el Grupo de Orígenes (Lezama Lima, Eliseo Diego, Fina García Marruz, Baquero…), Playa Girón, UMAP, Ofensiva Revolucionaria, Zafra de los 10 Millones, milicias, Constitución socialista, caída del Muro, exilios… Eliseo Alberto rememora el apogeo y los trances de la “gesta revolucionaria” incitada desde La Habana: Cuba como centro. Cuba en los molinetes de una espiral seductora en que la pasión era el único presupuesto de fe.
“El documental le levanta la falda a uno de los capítulos más conmovedores del siglo XX y nos revela algunas de las partes más íntimas de la Revolución cubana; algunas, hermosas; otras, todo lo contrario. La película es una crónica de las emociones en la espiral de varias décadas del siglo XX cubano. Sólo la emoción conmueve. Porque la emoción es, a fin de cuentas, la única razón de la pasión”, comentó, en conversación reciente el cineasta Jorge Dalton.
¿La película es el testamento de Eliseo Alberto?
No me atrevo a afirmar eso, más bien pienso que es la última conversación filmada que Eliseo Alberto tuvo en vida.
¿Cómo fue su relación con Eliseo Alberto?
Yo tuve el privilegio de estar cerca de él, de su familia, saber muchas intimidades del Grupo de Orígenes; vi nacer a su hijita María José, estar cerca de Bella, su madre, y de su padre, Eliseo Diego: ese otro gran monumento de la poesía Iberoamericana que es de los regalos más grandes que me ha dado la vida. Tuve el privilegio de ver como Lichi escribía, no sólo leer sus guiones, cuentos, relatos, sino también comer, cocinar con él, beber, compartir con sus mejores amigos, llorar con él, convivir con él, era una especie de hermano mayor para mí. Yo recuerdo que hasta le costaba trabajo ponerse bravo conmigo: nos queríamos mucho, yo diría que exageradamente como las verdaderas relaciones amorosas.
¿Fue usted testigo del nacimiento y creación de Informe contra mí mismo?
Como sabrás Informe contra mí mismo tuvo su proceso y, si la memoria no me falla, llegó a tener ese nombre definitivo cuando él introduce ese relato tremendo de cuando la Seguridad del Estado cubana le pide espiar a su padre. Una proposición estalinista horrenda, sucia e inaceptable que había que revelar. Para ese entonces él vivía en el Desierto de los Leones, en la Ciudad de México, con Paty Lara una mujer maravillosa que lo amó mucho. Él convocó a un grupo de amigos, recuerdo esa vez que estaba su hija, sus hermanos Fefé y Rapi, Paty Lara, Susy Caula y yo: fue cundo nos reveló ese pasaje que hasta ese momento no estaba en el libro. Fue algo demoledor y nos echamos a llorar, nos dio miedo a todos. Poco tiempo después el libro salió publicado.
Sabemos que este documental fue filmado meses antes de su muerte. ¿Imaginó usted que se convertiría en un documento póstumo conmovedor?
Nunca me propuse hacer un documental con él. Un día él me pregunta si yo me animaría a construir un trabajo fílmico teniendo como punto de partida Informe contra mí mismo. Yo me olvidé del asunto y en un viaje que hice a México en diciembre de 2009 para visitarlo, me alojé en su casa. Lichi volvió a insistir. Yo acepte y le dije: “Pues yo instalo la cámara y grabamos con la condición que yo te haré las preguntas que yo quiera, será un material que yo guardaré para con calma escribir un proyecto”. Grabé como cuatro horas. Con esa cámara no podía hacer otra cosa más que lograr un registro natural de él conversando conmigo. A él que no le gustaban las cámaras, se olvidó de eso. Regresé a El Salvador y a los pocos meses me enteré que le diagnostican insuficiencia renal, enfermedad que lo llevo a la muerte en 2011 en la Ciudad de México.
¿Filme que aborda la relación entre verdad y memoria?
En este asunto escabroso de la verdad y la memoria solo hay dos caminos: revelar o callar. Soy una persona convencida que el alto precio del silencio ha sido de los peores males de la humanidad y por eso a estas alturas, no se sale ni del estalinismo ni del fascismo: dos engendros atroces muy similares, algo que aún sobrevive y que siempre está la amenaza de que resurja con nuevos o peores matices. Lichi siempre fue consciente de eso. Por eso un libro tan inquietante como Informe contra mí mismo, el cual fue creciendo sucesivamente, avanzando que él leía a sus amigos con todas esas verdades: algunas muy amargas que iban saliendo de los “rincones de su alma”. Él tenía esa rutina de leerles a sus amigos, a sus hermanos, a su hija, a sus mujeres los papeles que iban saliendo a diario de su obsesiva costumbre de escribir. También lo hacía su padre, el poeta Eliseo Diego: oír su voz recitando su poesía, era una “fiesta innombrable”.
¿Cómo fue el trabajo de búsqueda de archivos?
No tuve que buscar casi nada, yo tengo por fortuna, todo un archivo cubano de todas las épocas tanto en fotos como imagen en movimiento que conservo desde hace muchos años. Ahí hay cosas inéditas como es el caso de las imágenes de la represión de los jóvenes a finales de los años 60, que salen a la luz por primera vez En un rincón del alma.
¿Podemos decir que la película es una suerte de Informe contra mí mismo “visual”?
A la larga termine cumpliendo con mucho de lo que Lichi quería con relación a Informe contra mí mismo. Pero es también parte de lo que yo tengo que decir como cineasta, y es también una especie del “informe contra mí mismo”, de Jorge Dalton.
¿Qué es la película: una crónica de 60 años de dictadura en Cuba?
Es la revelación de verdades sobre una gesta de la cual formo parte y nunca he negado. Tanto Lichi Diego como yo, somos producto de una Revolución donde no todo ha sido heroico y color de rosa. Yo me formé con el principio de que decir la verdad es siempre revolucionario. Mi película es también una sucesión de heridas. En un rincón del alma no se mira a la Revolución cubana con nostalgia: es un documento sobre Cuba a partir de la emoción y no de la pasión, como bien afirma Lichi.
La película está dedicada al poeta Roque Dalton y a la nación cubana. ¿Por qué?
La película está dedicada a mi padre por diversas razones: gracias a él yo llego a Cuba a los 7 años de edad y ahí me quede para siempre. Nunca fui extranjero: mi amor y mi fijación diaria por Cuba no es producto de que un día me aprendí de memoria las canciones de Silvio o que otro día me dio por ponerme camisetas y gorras del Che como sucede con los “turistas revolucionarios”. Mi relación con la nación cubana tiene raíces muy profundas. Está dedicada a la nación cubana porque esa Isla es mi preocupación constante: es a lo que todos los cubanos le tenemos que apostar.
Publicación fuente ‘Cubaencuentro’, 2018
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