Hirschhorn recrea el vaivén hegemónico como apariencia desnuda o estética chocante: pancartas, consignas, fotografías. Moviendo al hecho de interactuar con libre albedrío, suscita una contracandela ante fórmulas que pretenden involucrar al espectador en el acontecimiento. Así le concede importancia a la especificidad del contexto. Allí donde transcurrirán los emplazamientos o intervenciones públicas. “No soy un trabajador social“, precisa el artista. Mucho menos “un obrero”, como se identifican ciertos hacedores para desacralizarse con una pose sarcástica. A través de un público no-exclusivo, estas coartadas no-afirmativas abonan el sitio escogido. Por lo cual, coexisten de manera autónoma para auto fertilizarse, en una tentativa de revertir un proceso de antropofagia en crecimiento individual. Para seguir leyendo…
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