La prefabricación en Cuba es una utopía en bancarrota, que con buenas intenciones trajo a la arquitectura cubana lo mismo que el monocultivo al suelo fértil latinoamericano. En la repetición del recurso se halló la muerte de su discurso. El fin de la década de los sesenta marca el fin de la arquitectura cubana como producto cultural, irónicamente justo después de encontrar en sus últimos años su propia revolución. Un patético canto de cisne que nadie escuchó. La muerte del arquitecto-autor fue la noticia mal contada que inundó la ciudad que vino después. Ahora todos somos arquitectos. Para seguir leyendo…
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