Cuando el narrador del narrador Guillermo Rosales explica en Boarding home de sí mismo: “No soy un exiliado político. Soy un exiliado total. A veces pienso que si hubiera nacido en Brasil, España, Venezuela o Escandinavia, hubiera salido huyendo también de sus calles, puertos y praderas”, y dice, además, que se fue a Miami “huyendo de la cultura, la música, la literatura, la televisión, los eventos deportivos, la historia y la filosofía de la isla de Cuba”, se está señalando que, a decir verdad, el cubano es un ente sin essentia, un curioso ente que ha sido transformado, con el paso (o mejor, peso) inexorable del tiempo, en ese fantasma sin identidad personal que es, por ejemplo, el curioso caso del señor Meursault de Albert Camus. Para seguir leyendo…
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