La visión de los cubanos de dentro y los cubanos de fuera es una falacia. Era una falacia en los setenta, y es una falacia hoy de un modo más irrefutable, con un flujo migratorio asiduo, exorbitante, de cubanos huyendo de la tramoya castrista, con un acceso cada vez mayor de los ciudadanos a fuentes de información distintas a las operadas por el aparato estatal, con una sociedad civil pujando por ganar espacios de autonomía, con una multiplicidad de proyectos (intelectuales, informativos, comerciales, políticos, culturales) con incidencia en la isla y gestionados desde un exilio cada vez más poblado y variopinto. El Partido Comunista controla los cuerpos, la movilidad, los órganos represivos —y con estos, el miedo—, pero no la fábula. La fábula cubana está en otro lugar. Para seguir leyendo…
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